Por Celeste Jiménez, soprano y crítica de espectáculos en @TuiterosCultura
Javier Camarena, tenor mexicano formado en la técnica italiana, es sin duda uno de los tres mejores cantantes de su cuerda en el mundo. Y tiene un amor a su trabajo que lo lleva a disfrutar cada momento del canto y la amistad con su pianista Ángel Rodríguez.
El 2 de agosto de 2017, en el Teatro Corpartes de Santiago, presenciamos uno de los eventos musicales más importantes de la temporada. Su relevancia no está dada solo por las expectativas, sino por la calidad superior de lo que vivimos esa noche.
Desde su llegada a Chile, el tenor mexicano Javier Camarena y su pianista Ángel Rodríguez compartieron en redes sociales su alegría de regresar a estas tierras y el buen recuerdo de su debut en nuestro país, ocurrido hace dos años en el Teatro del Lago en Frutillar.
Luego, en el ensayo del 31 de julio, ambos deslumbraron con un despliegue musical que anunciaba un gran concierto, y se dieron el tiempo para conversar con el público que legó esa mañana a Corpartes.
El propio tenor fue quien pidió unos minutos más con la gente para compartir su experiencia. En la cordial plática, el público pudo apreciar la unión y la amistad entre pianista y tenor, quienes confirmaron que, en el escenario y fuera de éste, son grandes amigos.
Tenor y pianista sobre el escenario son uno, y eso quedó demostrado en su concierto, a teatro lleno, el 2 de agosto.
Al inicio, y siempre cercano con el público, Camarena comentó que su espectáculo estaba dedicado al amor, como sentimiento, que lo inspira en cada una de sus interpretaciones. Y, consecuentemente, el concierto fue un recorrido por las distintas formas de manifestar el amor en la ópera.
Tal como se anunciaba, y siguiendo la técnica italiana, Camarena mostró un increíble dominio vocal y un fiato que deslumbró hasta el final de cada frase. La conciencia de su cuerpo como instrumento artístico es tal como su amor por lo que hace. Todo eso lo lleva a niveles de concentración que le permiten recorrer el pentagrama como un infinito. No existen límites para quien ama lo que hace.
También impresionó una vez más el trabajo de Ángel Rodríguez. Nos recordó el rol importantísimo del pianista junto al cantante, que -más que un acompañante- es relevante en la interpretación. Sería un gusto verlo en un concierto solitario o junto a una orquesta; en Chile su nombre y los buenos recuerdos de su trabajo le aseguran audiencia.
De Beethoven al mejor bel canto
En la primera parte del concierto, Camarena y Rodriguez interpretaron tres lieder de Beethoven, opus 83, y luego tres sonetos de Petrarca puestos en música por Liszt. Camarena fue in crescendo en su despliegue vocal, para regresar tras el intermedio con más bríos y dispuesto a todo sobre el escenario, siempre de la mano de Rodríguez.
La segunda parte estuvo enfocada al bel canto, desde Bellini, con el ‘A te o cara’ de la ópera ‘Los Puritanos’, el Rossini de ‘La Italiana de Argel’ y dos grandes momentos de las operas de Donizetti, el ‘Tombe degli avi mei’ de ‘Lucia de Lammermoor’, y la célebre escena del ‘A mes amis’ de ‘La Hija del Regimiento’.
Arias de grandes óperas que Camarena cantó con un nivel superior de interpretación. Navegamos con gusto en el estilo, cada vez con más fervor en los finales y con un dominio de la partitura en todo su esplendor.
Muy aplaudido, y cercano y afectuoso con el publico, el tenor nos deleitó con tres bis, cada uno distinto y con un despliegue vocal impresionante.
Sin duda, muy especial resultó su emocionante interpretación del aria “Pourquoi me réveiller” de la ópera ‘Werther’, de Massenet, una de las piezas más exigentes para un tenor, y que él contó que no ejecutaba en público hace 15 años. Una vez más la audiencia lo ovacionó de pie. Camarena regresó en dos ocasiones con temas de música latinoamericana, y haciendo honor a su cariño a Chile, regaló el “Yo vendo unos ojos negros”, haciendo cantar al público junto a él.
Fue un concierto inolvidable, de principio a fin.
Si nos detenemos en su técnica vocal, es perfecta; en su registro, simplemente sorprendente. Y lo que transmite Javier Camarena en el escenario es una unión emocional con el público, que solamente logra quien ama cada momento de lo que hace.
Si te gusta este contenido, déjanos un comentario