
Por José Luis Arredondo.
El cineasta británico mira su infancia en su ciudad natal, a fines de los años 60. Con un tono nostálgico, Branagh ofrece el retrato de su familia dentro de una Irlanda del Norte tensionada por la intolerancia religiosa, la violencia y un incierto futuro. La película cuenta con siete nominaciones a los premios Oscar 2022.
Tras una panorámica a todo color de la Belfast actual, la cámara se asoma tras un muro. Ahí, en blanco y negro, transcurre una alegre tarde de barrio allá por 1969. Los niños juegan, los vecinos se saludan, mientras la cámara sigue su plano secuencia por calles y rincones de esa estampa familiar; la vida fluye alegre, tranquila y sencilla, el barrio bulle de una distendida y cotidiana actividad. Hasta que un grupo de hombres y mujeres protestantes, armados de piedras y bombas molotov, irrumpen como una horda quebrando vidrios y amenazando a los vecinos que no alberguen ni protejan a los pocos católicos que viven en el sector.
Es una amenaza frontal y una abierta declaración de guerra que llega al corazón de los padres del pequeño Buddy (Jude Hill), un reducido grupo familiar que practica la tolerancia religiosa y la solidaridad como norma de vida. Tras este primer episodio de violencia, el relato avanza dentro de una cresciente tensión bajo la amenaza del grupo más radical de protestantes, lo que hará que la familia evalúe una decisión extrema, que comprometerá de forma total el futuro de sus integrantes.
Acompañada en todos los momentos clave por algunas de las grandes canciones de Van Morrison, “Belfast” es la mirada desde el seno familiar a la violencia religiosa y política que tomaba fuerza en Irlanda del Norte; la evocación, no exenta de romanticismo, de unos primeros años en los que los juegos, la escuela, el primer amor, la contención de los mayores, las fiestas y la diaria rutina se vieron veladas por la amenaza de una agresión latente.
Si bien Branagh logra instalar con claridad el clima crispado en que su comunidad se desenvolvió en ese entonces, no deja de dulcificar muchas experiencias, que, en el conjunto, transforman su película en una cinta amable y hasta bucólica. Ayuda en esto un blanco y negro dulzón y estetizado, que a fuerza de pulcritud, suaviza a la vista la violencia y el caos que rodean a los protagonistas.

Como película, las fortalezas de «Belfast» van más bien por el lado de las actuaciones, en donde destacan con fuerza la de Jude Hill como Bobby, y la de Catriona Balfe, que resulta una madre-jefa de hogar de electrizante vitalidad y capacidad de contención. Ella es el personaje que junto a Bobby son los verdaderos ejes y articuladores de la cinta, en la que la siempre sólida Judi Dench y Ciaran Hinds (ambos nominados al Oscar 2022) resaltan como la cara más amable de una pasada Irlanda más amable.
Al final del día, “Belfast” queda como una película amable y nostálgica, en la que la tensión, la violencia y el terror no alcanzan a inundar la pantalla y resultan una especie de barniz a la historia. En rigor es lo que se denomina una cinta ‘correcta’, lo que no es poco, pero tampoco mucho. El tipo de filme británico que Hollywood mira siempre con cariño, por lo que sus siete nominaciones al Óscar no deben extrañar en absoluto.
“Belfast” (2021). Reino Unido. Dirección y guión: Kenneth Branagh. Fotografía: Haris Zambarioukos. Música: Van Morrison. Elenco: Jude Hill, Catriona Balfe, Jamie Dornan, Judi Dench, Ciarán Hinds.

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