Con la química arrebatadora entre Bradley Cooper y Lady Gaga, “Nace una estrella” sorprende y emociona

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por Carlos Loyola Lobo

De las tres versiones anteriores de “Nace una estrella”, la que más se asemeja a este debut del actor Bradley Cooper en la dirección es la versión que en 1976 protagonizaron Barbra Streissand y Kris Kristofferson.

Es más, no es difícil adivinar que, tanto para Cooper como para Lady Gaga, sus antecesores fueron inspiración y también una vara que superar. Lo sorprendente de esta nueva entrega es que ambos logran palidecer la anterior versión de este clásico y dejar todas sus anteriores versiones -que incluso tuvieron a Judy Garland como protagonista en 1954- en una referencia mas bien lejana.

Inusitada vitalidad

En esta renovada “Nace una estrella”, Cooper junto a Gaga construyen un filme con identidad particular, con un sentido de vitalidad inusitado. Al menos en su primera mitad, “Nace una estrella” está filmada con una espontaneidad y una verdad poco vista en un director debutante que además provenie del establishment mismo.

Cooper es dueño de una cámara que parece flotar de allá para acá; es sutil cuando debe serlo, toma decisiones poco convencionales pero siempre apelando a la emoción y es hábil en marcar el cierre de su historia donde debe. A eso se suma un trabajo de fotografía y de sonido que justifican plenamente la decisión de que esta película debe verse en pantalla gigante: el registro de las presentaciones en vivo y el público que se muestra son absolutamente reales.

Bradley Cooper tomó clases de canto y de instrumentos y sale espléndido del desafío. Lady Gaga, en ese aspecto, corría con ventaja; sin embargo, a través de “Nace una estrella”, gran parte del público conocerá una voz y un talento inmenso que quizás ella misma logró eclipsar en sus inicios musicales con sus excentricidades e indumentarias imposibles.

Lady Gaga brilla en cada escena

Este es un cuento de hadas, una película sobre conseguir los sueños y el amor. También es sobre el auge y la caída de las estrellas de la música. Habla de ser coherente a los principios y a los gustos. La matriz es clásica pero Cooper la hace parecer algo totalmente nuevo y parte de la responsabilidad de esa frescura la tiene su pulso en la dirección por un lado, pero en otro, la novedad la marca Lady Gaga. Por completo natural y, quizás lo que más se temía, sin sobreactuaciones, la cantante brilla en cada escena del filme. No nos extrañemos de su nominación a Mejor Actriz ni tampoco un prometedor futuro en el cine.

Sin embargo, para que ese talento se desplegara así, encuentra su complemento perfecto en Bradley Cooper que está en estado de gracia: vulnerable, dañado, pero a la vez dulce y enternecedor. La química entre ellos, por muchos momentos, es arrebatadora y emocionante.

Historia sobre dos músicos, mas no un musical (cabe la aclaración para los poco dados al género popularizado en Broadway), “Nace una estrella” consigue dar la sorpresa. Logra que nos alejemos del prejuicio de un producto mainstream y seguramente que será muy premiado y la valoremos por la sólida propuesta que es. Aquí hay una estupenda factura técnica, dos actores entregados a sus personajes, una banda de sonido que probablemente contenga fácilmente un par de clásicos inmediatos y una propuesta que más que ser el remake del remake logra plantarse con soltura por su identidad y emoción. Muy recomendable.

A STAR IS BORN. País: EE.UU. Director: Bradley Cooper. Reparto: Lady Gaga, Bradley Cooper, Sam Elliot, Alec Baldwin. Duración: 136 minutos. Año: 2018.

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