Por José Luis Arredondo A. //
La vida de Camila cambió en un par de segundos, y no fue en tierra firme, sino en el agua, el elemento que hasta ese entonces era su amigo, su aliado, el ambiente en el que mejor se sentía y que la había visto triunfar. Y el cambio es total, implica algo parecido a morir y renacer, a un volver a la vida a partir casi de cero. Lo que no es fácil porque los obstáculos son muchos, físicos, sicológicos y espirituales, e involucran a su familia, sus amigos y algunos extraños también, que aparecen para, un poco involuntariamente, dar un giro definitivo a su vida. Una vida que ya no volverá a ser nunca lo que fue.
«El despertar de Camila» es una película sobre la superación, sobre ese impulso vital que nos hace levantarnos, muchas veces a pesar nuestro incluso, por sobre las dificultades que a veces nos hacen caer en un pozo del que creemos nunca podremos salir.
Es una cinta que se acerca a esos filmes de autosuperación e historias humanas en las que el protagonista debe hacer frente a toda clase de obstáculos para retomar el ritmo de una vida que valga la pena ser vivida. Y lo hace sin estridencias ni melodramatísmo, con un ánimo de contención que valora los detalles, los silencios y la instrospección. No hay aquí desgarro ni grandilocuencia, sino más bien un tono que va muy acorde con el lugar de la acción, una casa de campo rodeada de naturaleza y quietud.
Eso favorece la instrospección de la protagonista, que mastica su drama en ausencia de sus padres y hermanos, que salieron de viaje, y solo con la compañía de una terapeuta y su informal pareja.
La cámara de Rosario Jiménez se mueve con elegancia, descansa en el rostro de los protagonistas para que busquemos al interior de ellos, se posa en una estatua, en una pileta, en unos significativos peces que nadan en la primera imagen, o en una masa de árboles. Así el drama fluye como un agua quieta pero profunda, una historia en la que no todo el dolor se grita ni la alegría se verbaliza. Los estados por los que pasa Camila en su evolución a retomar su vida normal están bien sintetizados y dan cuenta del proceso de crecimiento que acompaña su rehabilitación.
Una de las mayores fortalezas de la película es que no es pretenciosa, no pontifica sobre el tema ni trata de entregar lecciones sobre discapacidad o rehabilitación. En este sentido se la juega por la simpleza y el hablar directo, sin obviar tampoco el humor que se puede desprender aún de situaciones dramáticas. La historia fluye gracias a un guión de buen y sostenido ritmo y las imágenes y los silencios hablan con la misma claridad que las palabras.
Muy buen desempeño actoral de la protagonista y correctos en su labor los roles secundarios. Excelente dirección de fotografía y un montaje que sostiene la historia a muy buen ritmo, logrando que el drama evolucione con interés.
«El despertar de Camila» es una cinta sencilla y emotiva. Una película de aguas quietas y profundas, que nos sumerge en una historia de superación narrada con muy buen pulso y sensibilidad.
«El Despertar de Camila», dirigida y producida por Rosario Jiménez Gili. Basada en la historia real de Nicole Duarte Matus. Guión de Gonzalo Gorigoitía Abbott, Pamela Chovan Echeverría y Rosario Jiménez. Dirección de fotografía de Eva Vera Cuadra. Montaje de Danielle Fillios y Rosario Jiménez.
En los roles principales: Francisca Walker, Dayana Amigo, Koke Santa Ana, Andrea Freund y Renato Munster.
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