Por José Luis Arredondo //
No hay día, desde hace un bien tiempo, que en algún noticiario no salga una nota sobre algún conflicto en un hogar de menores, el SENAME y otros similares se han convertido en parte de la pauta permanente en un país que parece haber institucionalizado el maltrato infantil. Los niños y jóvenes internados en esos centros ven sus derechos vulnerados y sus vidas sujetas a episodios de maltrato y violencia como algo habitual. A pesar que cada vez que conocemos algún hecho que provoque alarma pública, sale alguna autoridad anunciando medidas que irán en resguardo de la integridad de esos niños y jóvenes. Aunque siempre late en la percepción de la opinión pública que los ahí internados seguirán por mucho tiempo sujetos a la suerte que le tocó.
Como sujeta a su suerte está Carmencha, una joven adolescente internada en el hogar de menores de Puente Alto, y custodiada por su «chaperona» Angélica. Carmencha ha sufrido maltrato y abandono por parte de su entorno familiar desde que nació, su historia está plagada de hechos desafortunados y hoy por hoy sólo parece aferrarse a un amor, con mucho de obsesión, por un joven interno del Hogar Los Pinos, en la pre cordillera de la zona del Maule, en el sur de chile. Y hasta ahí llega junto a Angélica, que en algún momento también fue funcionaria de Los Pinos y fue trasladada debido a circunstancias poco claras. En el sureño recinto las recibe la tía Eliana, una mujer endurecida en el trato con menores, que más que tía parece una carcelera vigilante de un orden estricto, que tiene más de carcelario que de lugar de acogida.
La relación entre Eliana y Angélica es tensa, hay cuentas pendientes entre ambas funcionarias, y cualquier roce provoca enfrentamientos y discusiones, se cobran cuentas pasadas y deslizan posibles mutuas denuncias a cada paso. Entre ellas, como el jamón del sandwich, Carmencha, que ansía el encuentro con su joven amor, sintiendo la presión que ejercen sobre ella su chaperona y la tía y soportando un encierro que aumenta su agobio en días de interminable lluvia y ausencia del chico que espera reencontrar.
«Los Pinos», obra inspirada en testimonios de internos y trabajadores del hogar del mismo nombre, que antes fue el Sanatorio Los Maitenes, ubicado en San Clemente, en la zona del Maule, recoge y sintetizamuy bien la realidad de estos centros de acogida, el texto expone de manera clara y muy precisa la tensión que hay entre ambas funcionarias y la rutina que a diario se lleva a cabo, entre alimentar, vigilar y sobretodo medicar a los chicos para mantenerlos bajo un control, que de manera más bien frecuente, se les va de las manos.
El lugar de acción es la cocina del recinto, espacio que más que cocina se asemeja a un campo de batalla por momentos, y mesa de negociaciones en otros. La obra es una lucha de tres personalidades por imponerse sobre las otras, ahí se exponen las relaciones de Angélica y Eliana, llenas de confusas ambigüedades, y la tensión de Carmencha, que sólo ansía dejar atrás ese periodo de reclusión para tomar las riendas de su vida.
La puesta en escena privilegia las actuaciones y cierto barniz de símbolos y metáforas que se concretan mediante proyecciones y sonidos de pájaros en vuelo bajo un cielo amenazante, tormentoso y de negras nubes, que parece cernirse en forma permanente sobre los destinos de los personajes.
El elenco juega a concho sus roles y mantiene durante todo el transcurso de la pieza el nivel de tensión que impera entre las adultas y la joven, hay escenas de violencia bien resueltas que suman a la densa energía que se proyecta del conflicto, y también momentos de alta emotividad que humanizan los personajes. La dirección imprime buenos ritmos y las actrices responden con entrega y energía.
El ambiente retratado es duro, las relaciones crispadas y el trasfondo de la historia es muy doloroso. Elementos que la obra refleja muy bien en un trabajo escénico de muchos méritos, tanto en lo netamente teatral como en la preocupación de reflejar una realidad, que si bien vemos frecuentemente hecha noticia, en sus detalles nos sigue siendo desconocida a una amplia mayoría.
«Los Pinos». Dramaturgia de Mabel Urrutia. Dirección y producción de Constanza Pérez. Audiovisual de Francisca Burgos. Música de Diego Bueno. Escenografía e iluminación de Hernán Pantoja. Elenco: Constanza Pérez (Eliana); Mabel Urrutia (Angélica) y Valentina Soto (Carmencha).
Teatro Taller Siglo XX. Mayo 2018.
Nunca me llegó un comunicado de prensa, vi la obra y la comenté, la ficha técnica está en base a lo que se informa en el programa y lo que me comentó la directora del montaje.