Por Celeste Jimenez R. //
Este mayo 2018 se ha vestido del más puro Romanticismo con la presentación del ballet «Romeo y Julieta» en el Municipal de Santiago.
La última vez que vimos este montaje fue el 2015, en manos del mismo cuerpo estable y con similar escenografía. Un retorno necesario a una de las piezas más bellas y emocionantes de la danza clásica. La música de Sergei Prokofiev (1891 – 1953), aborda de manera perfecta cada uno de los momentos de la trágica historia de los jóvenes nacidos en Verona, quienes luchan contra todo y todos por salvar su amor.
La historia tiene vigencia universal y atemporal, y está construida, en la música y la escena en base a momentos. Esta construcción se ve plasmada en el trayecto que experimenta cada uno de los personajes.
En el elenco del estreno, Julieta Capuleto fue interpretada por Natalia Berrios, quien se percibe absolutamente inmersa en el rol, desde la cándida juventud, al encuentro con el amor de Romeo y de ahi al momento de abrazar la muerte como la única vía para la unión ante tanta hostilidad. Una actuación conmovedora hasta el último suspiro del personaje, en una entrega que llena la partitura.
La expectativa sobre el Romeo de Emmanuel Vásquez se vio gratamente cumplida. En un rol de gran dificultad, tanto en lo técnico como en lo expresivo, el joven bailarín llenó el papel desde ese inicio en el que se lo ve dado a una vida alegre y despreocupada, hasta los rigores extremos que lo hace vivir su amor por Julieta.
Mercucio a cargo de José Manuel Ghiso, y Teobaldo interpretado por Miroslav Pejic, fueron interpretados de forma brillante por ambos intérpretes.
Las manos que ensamblan son las del director Konstantin Chudovski, que nuevamente celebra éxitos con la Filarmónica de Santiago.
El abrazo final de los amantes, recibiendo el aplauso del público habla de esta pareja universal de Shakespeare que una vez más brilló en el Municipal de Santiago
Imágenes de Edison Fabián Araya Pérez.
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