Por Jose Luis Arredondo A. //
Antonio Acevedo Hernández (1886 – 1962), Premio Nacional de Arte en 1954, es una de las primeras y más potentes voces de la dramaturgia chilena, un hijo del pueblo criado en el rigor de una vida llena de carencias durante sus primeros años; desde muy temprana edad se vio obligado desempeñar variados oficios para poder subsistir; fue cargador, vendedor en ferias libres y carpintero entre otros desempeños. Ya en el campo de las letras incursionó en el teatro, la novela, el cuento, el ensayo, la poesía popular, la crónica literaria y el periodismo. También y ya dentro del mundo teatral, fue apuntador, asistente de camarín y en general lo que hiciera falta. Toda esta experiencia de vida le sirvió para conocer a fondo y de primera agua la sacrificada vida del pueblo, cuando el siglo veinte vivía sus primeras décadas. Todo esto lo formó y le entregó las herramientas necesarias para hacer de su obra un espejo muy fidedigno de las luchas sociales y los anhelos y las esperanzas de una clase proletaria llena de carencias y siempre víctima de las injusticias de los sectores pudientes, ya fuera en el campo o las ciudades. La suya es una dramaturgia de hondo contenido social, un teatro comprometido con la reivindicación de los derechos del pueblo y un espacio de denuncia de la explotación y la marginalidad a la que estaba condenada la clase obrera.
«Almas Perdidas» es su primera obra dramática, escrita en 1917, narra un trozo de vida al interior de un conventillo en la primera década del siglo XX. Viven allí un grupo de hombres y mujeres sujetos a los rigores de una vida llena de sacrificios y muy pocas satisfacciones. El drama se desencadena cuando un grupo de hombres de los que allí viven, se van a la huelga en vista que su petitorio por mejoras salariales en la fabrica textil conde trabajan no es aceptado por el patrón. Esto provoca una creciente tensión que involucra a todo el grupo humano del conventillo. El fantasma de la cesantía y el hambre acecha, el conflicto se alarga, los ánimos se crispan y la desesperación, y desesperanza, cunden. la obra tiene una estructura coral en la que son tres los personales que conducen la acción: El Aguilucho, un ex convicto alcoholizado que busca reinsertarse; Oscar, un joven sin familia con inquietudes intelectuales; y Vidal, un líder sindicalista comprometido a fondo con las lucha sociales.
«Almas Perdidas» es un potente fresco social, el descarnado retrato de una clase que lucha por mejorar sus condiciones de vida y un agudo retrato de toda la fauna humana que se da cita en un lugar como el descrito, en el que el hacinamiento y las carencias sacan lo mejor y lo peor del ser humano a cada instante. Un mural donde vemos la sacrificada mujer que trabaja sin cesar a pesar de la mala salud, la prostituta, el obrero apatronado y rompehuelga, el policía corrupto al servicio del poder, el joven suplementero discapacitado y condenado a seguir trabajando hasta el día de su muerte para poder mal comer; y todo un grupo humano de hombres y mujeres en los que el dramaturgo sintetizó las precarias condiciones de vida y la existencia sujeta a la explotación patronal que tan bien y de cerca le tocó conocer.
La versión escenificada por la compañía «La Dramática Nacional» se la juega por una puesta en escena realista, que rescata la pintura de la época apegada a una estética con fuerte influencia del teatro Brechtiano. El conventillo aquí se recrea en sus distintos espacios, como si hiciéramos un corte transversal en él, para observarlos todos por dentro a la vez. hay un fuerte apoyo en elementos audiovisuales para reafirmar el discurso político y social que quiere explicitar Acevedo Hernández y el uso de música en vivo que otorga una clara impronta de chilenidad y raigambre popular, por los temas elegidos, a la propuesta.
Las actuaciones exhiben un muy buen nivel de compromiso y verdad escénica, lo que redunda en que el elemento emotivo y político, que tan bien combina el texto, aflore con claridad y sentimiento. El sufrimiento, las penurias, las luchas y las pocas alegrías de este grupo humano están jugadas con mucha fuerza dramática, lo que provoca que el tono épico de la pieza aflore con fuerza y compromiso. En general la propuesta, en cuanto a dirección, fluye clara y contundente, logrando momentos de emotiva fuerza, como cuando el grupo de huelguistas entona el himno «La Internacional», o cuando en la noche de San Juan, hombres y mujeres se dan cita para cantar y bailar, haciendo un alto y dando un respiro a sus vidas, por lo general sumidas en el sufrimiento.
«Almas Perdidas» es un valioso rescate de un teatro que se hunde en lo profundo de nuestras raíces, una dramaturgia que refleja de manera muy clara y contundente las luchas de la clase trabajadora, en la pluma de un dramaturgo referencial de nuestro teatro y que siempre debiera estar en escena. En este sentido el aporte de la compañía es valioso y pertinente.
Por el rescate de una dramaturgia de notable significado en la historia de nuestro teatro y por los valores propios de su puesta en escena, anoto este montaje entre lo mejor que nos deja la actual temporada teatral.
Compañía: La Dramática Nacional
Dirección: Carolina Araya, Nelda Muray, Carola Rebolledo
Actores: Hugo Medina, Iñigo Urrutia, Agustín Moya, Carolina Araya, Francisco Puelles, Jorge Rodríguez, Carola Rebolledo, Nelda Muray, Emilio Sepúlveda, Javier Araya, Leonardo De Luca, Roberto Vallejos, Giordano Rossi, Cesar Ramírez, Pablo San Martín, Carmen Demarta, Katy Campos, Paola Lucero, Alejandra Pérez, Francisco Cuevas
Dirección y composición musical: Paola Lucero y Nicolás Rodríguez
Diseño de vestuario: Camilo Saavedra
Escenografía: Loreto Martínez
Dirección audiovisual: Erwin Scheel
Iluminación: Fernanda Balcells
Asesoría folclórica: Osvaldo Cádiz
Profesores bailes tradicionales: Laura Hernández y Carlos Liberona
Asesoría histórica: Gabriel Salazar
Producción general: Alejandra Pérez
Asistente de producción: Alex Córdova
Diseño y fotografía: Sumiko Muray
Encargado de prensa: Sebastián Torrico
Obra: Almas perdidas
Duración: 100 minutos
Temporada: 26 de octubre al 18 de noviembre de 2017
Funciones: jueves a sábado 20:30 horas, domingo 19:30 horas
Dónde: Teatro principal M100, Matucana 100, Estación Central
Público: mayores de 14 años
Entrada: $6.000 general/ $3.000 estudiantes y adultos mayores/ $2.000 jueves popular
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