
por Carlos Loyola Lobo.
Esta historia comienza en planos paralelos. Por una parte, un joven de origen parsi llamado Farrokh Bulsara carga y descarga equipaje de los aviones en el aeropuerto de Londres.
Por otro, una banda llamada Smile se presenta en bares universitarios de la capital británica con relativa aceptación.
Dentro de la banda, un estudiante de odontología, Roger Taylor y otro de astrofísica, Brian May, prontamente se quedan sin vocalista y una noche, así como caído del cielo, se les cruza Farrokh -que ya se hacía llamar Freddie- y les propone sumarlo a la banda.
En su primera presentación, con una blusa hippie, un pandero y con torpeza en el manejo del micrófono, Freddie deslumbra.
Acto seguido salen de gira, venden la camioneta para tener el dinero necesario para grabar su primer disco, experimentan con sonidos nuevos durante la sesión en el estudio, los escucha por casualidad un ejecutivo discográfico y voilá.
Todo eso sucede durante los primeros 30 minutos de metraje de “Rapsodia Bohemia”.
La ley de la causa-efecto se resuelve sin rodeos en esta película.
Como en esos filmes de acción donde al héroe todo parece salirle sin grandes contratiempos.
Aquí bastan un par de acordes para que ¡Oh, qué genialidad! se inventen clásicos universales de la música, por esta banda inclasificable, referente transversal para las generaciones venideras y con un frontman como Freddie Mercury, que ha sido elevado con justa razón a la categoría de ícono pop.
Si damos una vuelta por la crítica a nivel mundial, existe una opinión bastante mayoritaria que asegura que a “Rapsodia Bohemia” le falta un contexto histórico-musical (Queen nace en 1970, la bullente era post The Beatles en Inglaterra), un guión menos superficial y que pasa casi por encima de los procesos creativos que tuvieron verdaderos himnos de la banda.
Al ver la película, podríamos decir que tales juicios tan equivocados no están.
Pero toda esa solidez que le falta a la historia se resuelve y pasa a segundo plano con la emoción que despierta la música, con un montaje endiabladamente bien ejecutado y con un protagonista principal, Rami Malek, que parece haber sido poseído por el espíritu de su inspiración, el sin igual Freddie Mercury.
Así entonces, vale la pena ir aclarando algunos puntos: “Rapsodia Bohemia” es una película de productores (Taylor y May fueron los responsables de llevar a cabo todo esto) y no una donde un director quiere ser autor y darle su mirada (el director que firma la cinta, Bryan Siner, fue despedido durante el rodaje y reemplazado por Dexter Fletcher).
Vista en su conjunto y con sus baches, “Rapsodia Bohemia” funciona fantástico como un artefacto hecho para fans acérrimos, para simpatizantes de la música de Queen, para las nuevas generaciones que no conocieron el fenómeno, para padres, hijos y la familia completa.
Y en ese afán de querer llegar a la totalidad de los espectadores –la cinta es mayores de 14 años- “Rapsodia Bohemia” es cauta en retratar escenas que reflejen la condición homosexual de Mercury, que, si bien es una característica esencial para entender al personaje y la película nunca le hace el quite, su tratamiento es bastante más sobrio e inofensivo de lo que se podría pensar.
Con un epílogo que más parece un miniconcierto de cuatro canciones completas donde se reconstruye la presentación en Wembley durante el mítico concierto Live Aid de 1985 y con un Rami Malek totalmente empapado y, si se quiere, incluso más carismático de lo que el propio Freddie Mercury fue, “Rapsodia Bohemia” es vibrante y hasta eriza la piel en determinadas secuencias.
Es un sentido homenaje para los fans y una buena manera para sumar nuevos adherentes. Una película para ver con alto volumen y en la pantalla más grande posible.
Tengo que ver la película! me fascina la música del Grupo Queen. Admiraba profundamente a Freddie Mercury, especialmente por su inigualable voz👏👏👏😔