Colorido, ágil, lúdico y musicalmente impecable es el «Barbero» que brilla de nuevo en el Municipal de Santiago

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Por José Luis Arredondo.

Se podía pensar que la tercera era la vencida, porque esta producción de la ópera ‘El Barbero de Sevilla’, de G. Rossini, es la que misma vimos en 2008 y 2013. Sin embargo, la puesta en escena de Fabio Sparvoli, con escenografía de Giorgio Richelli, vestuario de Simona Morresi e iluminación de José Luis Fiorruccio, sigue cautivando en el escenario del Municipal de Santiago gracias a su liviandad, colorido, frescura y gran sentido lúdico.

Todo eso es, por cierto, lo que necesita «El Barbero de Sevilla», obra maestra del género cómico que básicamente es una vertiginosa comedia de enredos y equívocos que relata los desvelos del Conde de Almaviva por conseguir el amor de la pícara Rosina, siempre con la inestimable ayuda de Fígaro, un barbero buscavidas que urde una trama de lujo para que los amantes logren burlar la férrea vigilancia del tutor de la joven -el vetusto Don Bartolo.

La dirección escénica de Sparvoli debe mucho a la Comedia del Arte y al cómic, lo que favorece el ambiente juguetón que propicia la obra, y a pesar de ya haberla visto dos veces, logra cautivarnos por lo atractiva y teatral que resulta.

Punto altísimo de este Barbero 2018 es la conducción orquestal del maestro español José Miguel Pérez-Sierra a cargo de la Orquesta Filarmónica de Santiago. Su dirección musical, a partir de la edición Riccordi, es una joyita del estilo rossiniano, llena de detalles y de tono fino y elegante, sin dejar de lado esa cualidad juguetona de la obra. Pérez-Sierra consigue una comunicación absoluta con los cantantes y permite paladear toda la riqueza de la partitura.

A la cabeza del elenco internacional se sitúa la mezzosoprano rusa Victoria Yarovaya como Rosina. Posee una voz de timbre noble y bello color, de volumen generoso y tono expresivo, y se desenvuelve con soltura y comodidad, tanto en lo musical como actoral.

Lo mismo sucede con el barítono portugués José Fardilha, cuyo Don Bartolo fue merecidamente ovacionado en la función de estreno. Fardilha realiza en excelente encarnación de este patético tutor, gracias a un canto imbuido a fondo en el estilo y un alto grado de expresividad cómica.

Muy bien también el Fígaro del ruso Rodion Pogosov, con su timbre de barítono neto y agradable despliegue escénico, luce chispa y pícaro encanto en un papel que juega con aplomo y seguridad en todos los requerimientos.

El Conde de Almaviva del tenor sudafricano Levy Sekgapane sortea bien el rol, pero me costó entrar en su canto, un timbre de tenor muy ligero. La voz tiene escaso peso y eso le resta posibilidades de matizar, a la vez que el tono en extremo «juvenil» le resta carácter.

Breve pero muy contundente y empoderado es el Fiorello de Javier Weibel, intérprete chileno de contundente material vocal y conocidas dotes actorales.

Más atrás quedó un no muy lucido y más bien plano Don Basilio a cargo del bajo-barítono ruso Pavel Chervinsky, quien en 2016 formó parte del Elenco Internacional de ‘Tancredi’, ópera seria de Rossini.

La Berta de la soprano Jeannette Fisher resulta graciosa y lúdica, se la ve segura y experimentada, aunque no se entiende bien por qué no está en este rol y elenco una intérprete nacional. Dada las características del papel me parece una exageración hacer venir una cantante extranjera.

Solvente y adentrado en la propuesta está el Coro Masculino a cargo del maestro Jorge Klastornick.

«El Barbero de Sevilla», de G. Rossini, en el Municipal de Santiago.

Elenco internacional: 20, 22, 25 y 27 de septiembre.

Elenco nacional: 26 y 28 de septiembre.

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