Por José Luis Arredondo
Con una velada impregnada de calidad musical, la Orquesta Sinfónica Nacional de Chile, conducida por el maestro Leonid Grin, junto al pianista ucraniano – canadiense Dimitri Levcovich, conmemoraron los 75 años de la muerte del compositor ruso Sergei Rachmaninoff.
La elección fue el afamado concierto para piano número 3, ampliamente conocido gracias a la película «Claroscuro» como muchos recordarán, en donde el protagonista (un pianista), lo ejecuta con brillante virtuosismo.
Mismo virtuosismo que pudimos apreciar en Levkovich, quien demostró un brutal dominio y conocimiento de una pieza que exige al intérprete una destreza y agilidad casi agotadoras. Rachmaninoff supo extraer todas las posibilidades que ofrece el piano como instrumento. El concierto, compuesto en 1909, es un verdadero viaje en una montaña rusa musical, y el ucraniano estuvo sobradamente a la altura, tanto en los momentos exultantes como en los introspectivos de la obra. Sus manos volaban sobre en teclado y la música parecía resonar desde todo su cuerpo. Una ejecución brillante, enérgica, pulcra, sin fisuras y de gran carga y compromiso emocional. Una notable interpretación que el público agradeció con prolongados aplausos y que el artista retribuyó con dos bis.
Intermedio y la Orquesta, siempre bajo la dirección de Grin, nos llevó por las «Variaciones Enigma» del inglés Sir Edward Elgar, pieza escrita hacia finales del siglo XIX y que retrata en cada fragmento a una amistad del compositor. Esto le otorga rica variedad ya que pinta diferentes caracteres y cada variación es una célula en sí que cobra cuerpo y sentido en el todo de la pieza.
Como ya es habitual, Grin logró hacer sentir la variedad y a la vez unidad de la obra de Elgar, en una entrega que reafirma, una vez más, la calidad y seguridad de su conducción.
Teatro Universidad de Chile. Viernes 6 y sábado 7 de abril. Segundo concierto de la temporada oficial de conciertos 2018.
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