Festival de Coreógrafos en el Teatro Municipal: se lucen Luis Ortigoza, José Vidal y el Banch

                                                       

     

Por Jose Luis Arredondo A. @arredondo3

Por segundo año consecutivo el Teatro Municipal de Santiago programó el «Festival de Coreógrafos», valiosa iniciativa que nos permite ver dentro de un mismo espectáculo y escenario a las dos compañías de danza más importantes del país, el Ballet de Santiago y el Ballet Nacional Chileno. 

Ambas agrupaciones unen sus solistas y cuerpos de baile, a los que se suman invitados extranjeros (Ballet Nacional Sodre de Uruguay, y Ballet Clásico y Moderno de Asunción) para entregarnos un espectáculo en el que se aúnan el ballet clásico y la danza contemporánea, rompiendo viejas barreras de estilo y públicos.
En esta oportunidad se dio cabida a 11 piezas a cargo de destacados coreógrafos, chilenos y extranjeros, que nos permitieron aquilatar el excelente nivel técnico y expresivo de todos los interpretes. 

Del total de coreografías, seis me parecieron las más destacables, por su originalidad y calidad, las que comento a continuación.
«Sesión 9″ es una obra del español Esdras Hernández, interpretada por Gustavo Echevarría. Aquí un joven, en frenética sesión con su sicologo (una voz en off), indaga en su niñez y juventud en busca de un trauma que ha condicionado su vida adulta, con la escena vacía y una silla al centro, Echevarría despliega un enérgico trabajo al compás de una música (obra de Hernández tambien) rica en percusión y quiebres, logrando muy buena proyección de una vida atormentada y sometida a una vorágine que busca desentrañar un pasado en busca de paz para el presente.
En «Spaceman» una luz enceguece al inicio al público para luego dejarnos ver a un hombre (Luis Ortigoza) deambular con movimientos repetitivos y esquemáticos entre una penumbra que sugiere suspensión de tiempo y espacio.

Música de ecos electrónicos y de tinte futurista (Jonny Greenwood) para una coreografía del argentino Demis Volpi, en la que Ortigoza exhibe la misma destreza, precisión y expertiz que en la danza clásica. Sin llegar a lo pesadillezco, esta figura humana, deslizándose entre sombras y soledad, viene a resultar una lúcida metafora del hombre moderno, a quien todos los avances tecnológicos no han logrado liberar de su angustia y soledad.
«Pedro» es obra de José Vidal y cuenta con música de Diego Noguera. Aquí un conjunto de bailarines da cuerpo al trabajo más logrado, a mi juicio, de la velada. 

En el inicio, y como si fueran una columna vertebral en movimiento, el grupo se arma y desarma en abstractos y repetitivos movimientos, que hacen pensar tanto en una búsqueda de unidad como de identidad. Hacia el final se les unen tres bailarinas que se convierten en los centros de atención que vienen a modificar al grupo masculino, aunque finalmente no sabemos a ciencia cierta si su presencia cambió en algo, sustancialmente, a este «cuerpo» inicial. La música de Noguera está llena de acordes que sugieren imagenes y estados, se acopla perfectamente al trabajo de Vidal, logrando una unidad estilistica notable.
En «Cuarteto» del francés Mathieu Ghilhaumon, director del BANCH, tenemos cuatro intérpretes de la más alta calidad; Romina Contreras, Marine Garcia, Lateff Williams y Rodrigo Guzmán, quienes van y vienen al compás de la partitura «Hermanos» del compositor estonio Arvo Pärt. 

Son cuatro figuras que dibujan encuentros y desencuentros en un espacio vacío y de tenue luz, buscando una esquiva unidad, como individuos tratando de complementarse en un afán no exento de problemas y búsquedas frustradas. Alarde de técnica moderna y esfuerzo físico para uno de los puntos altos de la noche.
«Sylvia», célebre titulo de Leo Delibes, sirve para una soberbia demostración de ballet clásico, en su más pura y alta expresión. El soberbio pas de deux está a cargo de Maite Ramirez y Luis Ortigoza, quienes lucen todo su potencial de primeras figuras. Belleza y delicadeza unidos a una coreografía (Ortigoza) que obliga a un feroz despliegue de energía y depurada técnica. El prolongado aplauso dio cuenta de un trabajo impecable en su ejecución y la nota alta de la jornada en lo referente al ballet clásico.
«Estaciones» del argentino Eduardo Yedro, con la formidable partitura de Piazzolla y sus «Cuatro estaciones porteñas», fue el número final en el que el maestro Jose Luis Dominguez hizo brillar a la Orquesta Filarmónica. Al ritmo del genial músico, solistas femeninas muy bien secundadas por varones en una coreografía que dibuja los acordes de Piazzolla en clave de movimientos clásicos a un ritmo contemporáneo.
Fue ésta una velada que fue de menos a más, con un público inicialmente más bien frío en los aplausos y que de a poco se rindió ante la calidad de un espectáculo que debiera proyectarse en el tiempo. Son dos maduras compañías nacionales de danza que abren nuestra mente y espíritu para hacernos disfrutar las clásicas y contemporáneas tendencias de la Danza. Una iniciativa que ojalá la dirección del teatro proyectara también a regiones.
«2do. Festival de Coreógrafos», en el Teatro Municipal de Sabtiago. Funciones hasta el 2 de septiembre de 2015 a las 19 hrs.

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