Por José Luis Arredondo.
En 1902 Albert y Mileva Einstein tuvieron una hija a la que poco después se le perdería el rastro. No se habló ni supo más de ella. Algunos creen que la niña no habría sobrevivido a la escarlatina; otros que su existencia es un misterio. Qué pasó con esta pequeña ? Murió ? y si murió, dónde está enterrada ? Sobrevivió ? y así fue, dónde y con quienes vivió ? Un enigma a resolver.
Meterse con Einstein puede resultar intimidante, es el paradigma del genio en el siglo XX, el hombre que trajo un nuevo universo hacia nosotros, que redefinió el tiempo y el espacio ante nuestras miradas, que nos hizo viajar a la velocidad de la luz hacia el infinito, y que clavó – como un moderno Lutero en la puerta de la catedral de la ciencia – una fórmula que todos conocemos y pocos entendemos: E = mc2
Pero más allá del científico atómico, del físico notable, del judío que se libró de las garras del nazismo, más allá de las ecuaciones y fórmulas, nos preguntamos quién era ? cómo era ? qué sentía frente a su mujer, sus hijos, sus alumnos, sus colaboradores etc. En síntesis, qué sentimientos albergaba en lo profundo de su mente y su corazón frente a quienes lo rodeaban ?
Estas y otras interrogantes son las que plantea el norteamericano Mark St. Germain en su obra «Relatividad», una pieza que en principio puede querer ser un juicio al hombre por sobre el genio, pero que va más allá en su intención hasta transformarse en un buceo por la mente y el alma del Einstein más humano, el que está bajo la coraza del físico, el esposo, el padre, en definitiva, el hombre.
Un lugar común dice que mientras más brillante es la luz, más oscura es la sombra que proyecta, y St. Germain busca en la penumbra del genio, en esa zona brumosa, de contornos poco definidos en la que confluyen y se confunden la luz y la sombra, una búsqueda que se proyecta más allá del físico en cuestión para adentrarse en una reflexión sobre el aspecto más humanista de los hombres y mujeres que con su genio y aporte han construido civilización.
Es un gran hombre o una gran mujer necesariamente una buena persona ? Caravaggio mató a más de uno; Wagner fue un declarado antisemita y dejó de su puño y letra un infame panfleto del que se sirvió – muchos años después de su muerte – el nazismo; Jean Genet conoció la cárcel condenado por robo y falsificación, Ingmar Bergman no fue ni un esposo ni un padre muy dedicado, y así un largo listado de seres humanos a los que la humanidad les debe mucho de lo que es hoy.
En «Relatividad», Einstein (Tito Bustamante) es entrevistado por Margaret (Blanca Lewin), una periodista que busca justamente ahondar en su «faceta humana», el genio la recibe en su despacho rodeado de sus papeles y de su «secretaria» personal (Alessandra Guerzoni), que más se asemeja a una carcelera que a una asistente. Es en ese ambiente, donde la profesional, que dice ser enviada por un prestigioso periódico, devela ante el genio su verdadera identidad e intenciones. Lo demás es el enfrentamiento de ambos para dilucidar una buena cantidad de interrogantes, una suerte de ejercicio dialéctico en el que ella lo saca al pizarrón para que Einstein devele ante nosotros la verdadera naturaleza de su espíritu y mente, más allá de su prestigio de científico esencial en la evolución del conocimiento en el siglo pasado.
Durante esta entrevista Einstein va abriendo por capas – un poco a voluntad, un poco presionado – su personalidad, esa que ha permanecido relegada tras sus descubrimientos y su aporte a la ciencia. Aquí St. Germain somete al genio a una disección, en la que el bisturí son las interrogantes que le plantea la periodista acerca de esta hija cuyo paradero se desconoce totalmente. A medida que avanza la obra crece la tensión entre ambos y afloran las razones y justificaciones de muchas de sus acciones y omisiones, con el tema de esta hija de la que nada se sabe, como eje narrativo.
La obra se cimenta en los diálogos, por lo que las actuaciones son primordiales en este ejercicio de develar la cara menos conocida del genio. En este sentido el montaje dirigido por Héctor Morales cumple cabalmente con lo deber ser.
Tito Bustamante configura un Einstein que logra justificar con convicción su punto de vista, su vida era la ciencia, su aporte a la humanidad son sus descubrimientos, y cualquier otra ocupación (la familia por ejemplo) lo distraería y sacaría de sus tareas, que por la complejidad de las mismas, no admitían otras distracciones u ocupaciones paralelas.
Blanca Lewin como Margaret resulta incisiva y punzante, a la vez que expresa con nitidez y claridad el propósito de su visita y su verdadera identidad, en ella aflora la parte más sentimental del encuentro y logra conmovernos con una contenida y digna emotividad.
Alessandra Guerzoni es una Ama de Llaves y Secretaria dura, seca y cortante, se planta bien en su rol de cuidadora del genio y un verdadero muro de contención contra lo que pueda sacar al físico de sus importantes tareas.
Actúa como excelente marco a la acción un dispositivo escénico muy expresivo, que nos remite a lo que puede leerse como un sistema solar, con el escritorio del científico como un sol alrededor del cual todo gira; también encontramos ecos de lo que se nos puede figurar una nave espacial para surcar el universo que el físico puso ante nosotros en su trabajo.
«Relatividad» es una obra de fuerte connotación y sentido humanista, que nos interpela a debatir sobre el rol más íntimo de los grandes hombres y mujeres que ayudaron a construir civilización.
«Relatividad». Dramaturgia: Mark St. Germain. Dirección: Héctor Morales. Elenco: Tito Bustamente, Blanca Lewin y Alessandra Guerzoni.
Traducción: MIlena Grass y Andrés Kalawsky. Asistente de dirección: Carolina Díaz y Amara Pedroso. Diseño de escenografía e iluminación: Cristián Mayorga. Diseño de vestuario: Francisca Jorquera. Asistente de vestuario: Sergio Aravena, Cristián González y Andrea Hauyón. Composición Musical: Daniel Marabolí. Fotografía: Javiera Eyzaguirre. Audiovisual: Fernando Pérez Esper. Peluquería: Felipe Carrera. Maquillaje: Alejandra Cancino.
Funciones desde el 7 de agosto en el Teatro UC (Plaza Ñuñoa).
Más info en http://www.teatrouc.cl
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