#Teatro obra «Los Arrepentidos», de Marcus Lindeen: Doble de cuerpo

Por José Luis Arredondo //

Estamos en Suecia, año 2006, dos hombres (Orlando y Mikael) están sentados uno al lado del otro separados por una mesa en la que hay un micrófono y un proyector de diapositivas, no se conocen, pero ambos comparten potentes historias de vida relacionadas con su naturaleza, los dos nacieron hombres, cambiaron su sexo a mujer y hoy han vuelto a ser hombres. Están ahí para registrar sus testimonios, es un cruce de experiencias en el que ambos transitarán por sus historias en este viaje de ida y vuelta que ha significado el cambio de género.

Orlando y Mikael son los arrepentidos, los ejes de una historia que se sumerge en el alma, la mente y el espíritu de dos seres humanos y su identidad en el sentido más amplio y profundo que se pueda pensar. La obra, transcripción de dos testimonios reales, es un viaje por los pormenores de cada una de estas existencias narradas en primera persona en la forma de una conversación testimonial.

Orlando tomó conciencia de su homosexualidad desde muy joven, cuando en su país ser gay estaba fuera de la ley, y vivió su condición a escondidas en parques y centros nocturnos, a la caza de aventuras prohibidas y sexo casual, hasta que, cirugías mediante, se transformó en Cristina Margarita (nombre que a el mismo le causa risa) y se casó, matrimonio que duró once años y el cual terminó violentamente por causas que bien explica en la pieza, hoy a vuelto a ser Orlando, y aunque su condición sexual no ha cambiado, ya no va por la vida como «ella».

MIkael confiesa que cambió su sexo por soledad, buscando una libertad que como hombre no encontraba, en el fondo en procura de una aceptación que como «Micaela» pensaba lograr. Fue un transito corto por el universo femenino, hoy es Mikael nuevamente, salvo por un detalle, dos mejor dicho, un par de senos que lucha por ocultar bajo camisas grandes y sueltas.

«Los Arrepentidos» es mucho más que una obra sobre dos tipos que cambiaron de género, es un buceo por los componentes que conforman nuestra profunda identidad como seres humanos, más allá de nuestra condición sexual y mucho más allá de nuestro rol social, o antropológico, de hombre o mujer. Orlando y Mikael se sentían de alguna forma presos, asfixiados en sus cuerpos masculinos, y el transito hacia lo femenino y su posterior retorno a lo masculino les ha hecho expandir su mirada sobre las rígidas y estrechas concepciones de género que imperan en la sociedad.

La pieza se adentra, mediante ambos relatos de vida, en cuestiones de profundo humanismo, en el sentido de que mientras avanza la historia de ambos, nos vamos metiendo en el alma de dos seres humanos que están mas allá de consideraciones puramente sexuales. Aquí se nos develan dos naturalezas que de alguna forma, y luego de este transito, se sienten más plenas y libres que antes. En ese sentido los testimonios apuntan a valorar la condición humana más allá de consideraciones puramente físicas (la genitalidad), y a entender que como especie somos mucho más que «hombres» y «mujeres».

«Los Arrepentidos» es una obra de inequívoca textualidad, una pieza en la que el vehículo de comunicación son básicamente, y por esencia, las palabras. En ese sentido la puesta en escena de Victor Carrasco privilegia la claridad del discurso y el trabajo netamente actoral. En este caso apoyado por dos trabajos de excelencia a cargo de Alfredo Castro y Rodrigo Pérez.

Castro (Orlando), se vuelca expresivamente y con mucha pulcritud gestual en un rol de honda femineidad, su corporalidad y kinesis nos revelan la esencia femenina del papel. Un trabajo actoral fino, detallista y delicado, que se distancia del clisé, de la maqueta y de la lineas gruesas en el trazo del carácter, para entregar un «Orlando / Cristina Margarita», internalizado y muy humano. Una actuación sensible, construida con delicadeza y sutilezas muy expresivas.

Por su Parte, Pérez dibuja un Mikael un tanto endurecido por la vida, un ser un poco hosco y muy pragmático en su forma de afrontar los hechos, en contraposición al carácter más extravertido de Orlando. Mikael es menos espontaneo que Orlando, y Pérez lo devela muy bien por capas que van exponiendo el alma de «Mikael – Micaela» de manera progresiva, es una actuación que se hace expresiva desde la contención, desde lo escueto, pero que logra clarificar muy bien la esencia del papel.

Excelente apoyo audiovisual en el que vemos fotografías de los verdaderos Orlando y Mikael en su periodo de mujer, esto refuerza el carácter testimonial de la obra y le confiere esa fuerza y energía que tiene una historia que sabemos no es ficción. Lo mismo la iluminación y el sonido que refuerzan la estética que toma a los actores y la narración como centro gravitante de la escena.

«Los Arrepentidos» es una valiosa obra testimonial y muy contingente en el Chile de hoy, en ese sentido es un montaje pertinente, teniendo en cuenta que toca temas que aún, y a pesar de varios avances, siguen siendo tabú en nuestra sociedad, tan a merced siempre de poderes fácticos de un conservadurismo extremo. Una pieza que recoge de muy buena forma el espíritu que nos moviliza hoy, cuando vemos que en todo el mundo la inclusión y la diversidad se abren ancho camino y aquí la identidad de género sigue siendo tema de debate.

Un texto muy bien servido, que pone en el tapete temas que están tratados de forma humana y profunda, con claridad y sensibilidad mediante un relato de hondo contenido humano y que desde su particularidad nos alcanza a todos como individuos y cuerpo social.

Sin duda que por sus alcances y meritos artisticos estará entre lo mejor de la cartelera teatral de esta temporada 2018.

«Los Arrepentidos», de Marcus Lindeen. Traducción: Constanza Brieba. Dirección y diseño de espacio: Victor Carrasco. Asistencia de dirección: David Gaete. Diseño de iluminación: Andrés Poirot. Diseño Audiovisual: Javier Panella y Nicole Senerman. Diseño Sonoro: Daniel Marabolí. Composición Musical: Fernando Milagros y Diego Perinetti. Producción ejecutiva: Bárbara Nash. Producción en terreno: Manuel Morgado. Fotografía: Alejandro Bustos. Coproducción GAM y Teatro de la Palabra.

Elenco: Alfredo Castro y Rodrigo Pérez.

Del 25 de mayo al 8 de julio en el Centro Gam. De miércoles a domingo a las 20:30 hrs. Entradas $ 8.000.- y $ 4.000.-

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