La ‘Ópera’ de la compañía Antimétodo: mirada social y experimental a la lírica.

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Por Jose Luis Arredondo A.

Desde sus inicios en Italia, hace más de 400 años, la ópera ha trascendido lo puramente musical y escénico para adentrarse fuertemente en lo social. En ese sentido es un fenómeno que reviste múltiples implicancias, que pueden ir de lo estético a lo sociológico y a lo político, por lo que su perfil es susceptible de abordarse desde más de una perspectiva.

Históricamente, además, su público ha estado asociado a un élite social y económica. En el contexto chileno, nuestra oligarquía colonial y decimonónica vio la ópera como una forma de acercarse a la cultura y refinamiento europeos, organizando tertulias musicales y facilitando la venida de compañías líricas italianas, para ponerse al día culturalmente y, de paso, sentirse por un momento más en la vieja Europa que en el remoto Chile.

Un nombre influyente en el desarrollo de la ópera en nuestro país es el de doña Isidora Zegers Montenegro, soprano nacida en Madrid en 1803 y avencidada en Chile hacia 1823. Es ella quien trae a la compañía de ópera de Raffaello Pantanelli a interpretar obras de Rossini y se ocupa de difundir la ópera y en general la música, acorde a los hábitos de la aristocracia y la burguesía nacional.

En este mes de diciembre se presentó en la Escuela de Teatro de la Universidad de Chile (calle Morandé 750, Santiago) el espectáculo ‘Ópera’, que, a cargo de la compañía Antimétodo, aborda el fenómeno lírico en Chile desde la sátira.

Aquí los Pantanelli, invitados por doña Isidora Zegers, emprenden el montaje de la ópera chilena ‘Lautaro’, compuesta en 1902 por Eliodoro Ortiz de Zárate, exacerbando el cliché con que están dibujados los caracteres y las situaciones. Se trata de un ‘Lautaro’ totalmente italianizado y carente de toda referencia mapuche genuina, un ejercicio de exotísmo musical muy al estilo de lo que que se daba en esa época. El personaje está visto desde la perspectiva europea, que por lo lejana resulta falsa y estereotipada. En este sentido el montaje pretende develarnos la ópera como una manifestación decadente, en su sentido histórico, y por lo mismo carente de autenticidad.

En el intermedio entra a escena doña Isidora Zegers como personaje, ofrece una copa de champaña al público y a los artistas y nos presenta a la compañia Pantanelli. En sus vestidos, las mujeres lucen fotos de niños en medio de la pobreza, los cantantes ya despojados de sus personajes se dedican a beber, a charlar con el público y a reclamar que no hay comida. El montaje pone así el acento en ese aspecto netamente social de los encuentros líricos, una mirada a esos intermedios en los que el público deja por un momento de lado lo que está viendo para dedicarse a conversar y observar a los demás.

De vuelta a la obra, los personajes ya no hablan italiano sino mapudungún y lo que antes fue farsesco ahora adquiere un tono trágico, o por lo menos serio. La propuesta se dramatiza y despoja parcialmente de la caricatura inicial, como queriendo indicar que mientras más cerca de la raíz del tema tratado está la obra lírica, más creíble y actual se hace la mirada del creador.

La mirada de la compañía Antimétodo busca evidenciar esa condición elitista de la ópera, y la expone como una expresión burguesa y decadente, una mirada no del todo errada, sobre todo en Chile, pero incompleta, parcial y un tanto prejuiciada.

Más que una obra propiamente tal, esta propuesta resulta más un bosquejo y una búsqueda, con mucho de performance. ‘Ôpera’ se deja ver más como un experimento escénico y un trabajo en proceso que como algo acabado. Se advierten un conjunto de materiales muy atractivos a elaborar (como la mirada sociopolítica sobre el fenómeno artístico), pero que aún no cuajan del todo.

Más que la intención crítica me resulta interesante la propuesta escénica y actoral. La dirección es precisa y lleva bien la interacción entre actores y público, y el elenco responde con convicción y entrega.

«Ópera» es una pieza experimental, necesita de un público que esté habituado a ver distintos tipos de teatro y sepa entrar en el juego propuesto para que la dinámica, que tiene algo de grupal, resulte. Su mirada es genuina, aunque insisto, incompleta y en varios aspectos parcial.

«Ópera», de la compañía Antimétodo. Dirección y dramaturgia de Ana Luz Hormazábal. Basada en textos de ‘Lautaro’, de Eliodoro Ortiz de Zárate. Composición musical de José Manuel Gatica.

Elenco: Esteban Cerda, Diana Carvajal, Nicole Sazo, Ignacio de Vries, Camila González, Manoj V. Mathai, Samantha Manzur Macarena Rozic y Mariela Mignot.

Diseño Integral de Toro. Asistencia de dirección de Diego Nawarth. Producción de María Belén Contreras.

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