El Coro del Municipal de Santiago alcanza un nivel antológico en la Misa de Beethoven

Por Cristian Cristino

La compleja Missa Solemnis de Beethoven cobra vida en el Municipal de Santiago con una dirección enérgica de Rizzi-Brignoli. Al frente de la Filarmónica de Santiago, el maestro italiano consigue un resultado de una sonoridad que apabulla, mientras el Coro alcanza nuevas cumbres de excelencia.

Para el tercer programa de la temporada 2024 de conciertos, y como concierto de Semana Santa, el Teatro Municipal de Santiago programa la imponente Missa Solemnis en Re Mayor, op.123 de Ludwig van Beethoven, una obra de gran dificultad y pocas veces presentada en nuestro país.

El origen de misa obra tiene que ver con las celebraciones por la asunción del archiduque Rodolfo como arzobispo de Olmütz en1820, si bien el compositor no completó la obra hasta 1823. El estreno se produjo en San Petersburgo, en febrero de 1824, solo tres años antes de la muerte del compositor.

Se considera esta obra como la continuación de las últimas y más sinfónicas misas de Haydn y está inscrita en el estilo de obras vigorosas como la Sinfonía «Heroica» y las «Variaciones Diabelli».

Suele decirse que esta misa está escrita “desde el corazón”, y que refleja la profunda fe que tenía Beethoven y su profundo humanismo.

Energía y vigor

Para acompañar la obra de Beethoven, se eligió la Obertura «Trágica», op.81 de Johannes Brahms, que anuncia el enfoque romántico del programa tan afín al director italiano.

Y Rizzi Brignoli la encara con energía y vigor, como si fuese el comienzo de un viaje musical que, en su trayecto, va maravillando a medida que crece hasta su apoteósico final. 

Luego de Brahms, llega la Misa Solemne, que en la versión de Rizzi- Brignoli, es una explosión de sonido que queda grabada en la memoria.

Su enfoque tiene poco de solemnidad y piedad religiosa, ya que opta más bien por levantar un monumento granítico con una fuerza fuera de lo común.

Esta predilección por lo imponente es reconocible en muchas presentaciones anteriores del maestro titular de la Filarmónica, y si bien hubo indicios de esta enorme energía en el concierto anterior, se extraña (por lo menos a este espectador) un trabajo con más sutilezas y modulaciones que hagan resaltar las diversas capas dentro de la música de una pieza, tal cual hemos visto realizar a este mismo director, por ejemplo, en la temporada 2023.

Difícil tarea para solistas

Bajo esta premisa no es difícil imaginar la dura tarea que enfrentan los solistas vocales.

Quien mejor se hace escuchar es la soprano Yaritza Véliz. Ella, con su bello color vocal y solvente proyección, se vuelve a confirmar como una de las artistas más destacadas de la lírica chilena.

La soprano Yaritza Véliz, la mezzo Evelyn Ramírez, el tenor Gonzalo Quinchahual y el bajo Matías Moncada. Fotos de Patricio Melo.

El tenor Gonzalo Quinchahual (que actualmente reside en Alemania) da un paso importantísimo en el desarrollo de su instrumento, y alcanza alturas técnicas y expresivas sorprendentes.

La mezzosoprano Evelyn Ramírez sale airosa del desafío gracias a su gran oficio, que la ha convertido en una figura imprescindible de nuestros escenarios.

Menos cómodo se percibe al joven bajo Matías Moncada, cuya loable labor no parece, por el momento, demasiado afín a este repertorio.

Triunfo del Coro

Sin embargo, la responsabilidad más ardua recae en los hombros del Coro de Santiago, dirigido por Jorge Klastornick y Alejandro Reyes.

Al sumarse los enormes requerimientos de la composición de Beethoven a las exigencias casi sobrehumanas de la conducción de Rizzi Brignoli (cuyo punto de partida parecía ser siempre el forte), la actuación de los integrantes del Coro consigue de un nivel de excelencia inaudito, incluso para los muy altos niveles a los que nos tienen acostumbrados.

La afinación perfecta en los temibles saltos de la partitura, la claridad y potencia de los grupos de cuerda, el cuidado en la pronunciación del texto y la capacidad de matizar cuando todo parecería tender al grito, nos deja como espectadores en un estado de sobrecogimiento ante el milagro artístico del que somos testigos, lo cual convierte a esta Missa Solemnis en un verdadero acontecimiento de la temporada musical 2024.

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