Por José Luis Arredondo.
En el Teatro UC, Rodrigo Bazaes firma una de las mejores puestas en escena de esta temporada.
Esta obra de Ariel Dorfman difícilmente te deja indiferente gracias a tres excelentes actuaciones y una historia que conserva toda su potencia.
Tras el Golpe de Estado de 1973, la joven estudiante de medicina Paulina Salas es secuestrada por agentes de la dictadura. Torturada y vejada durante su secuestro, nunca filtra el nombre de su novio y activo opositor al régimen, un joven estudiante de derecho llamado Gerardo Escobar.
Pasa el tiempo, Paulina sobrevive a las torturas, se casa con su novio y abandona la carrera, mientras su vida está cruzada y fracturada por la infernal experiencia vivida.
Gerardo Escobar, por su parte, es un prominente abogado que, vuelta la democracia, ha sido designado por el Presidente de la República para integrar la comisión que investigará las violaciones a los Derechos Humanos en dictadura.
Hasta que una noche, Paulina (Valentina Muhr) reconoce la voz de uno de sus torturadores en su propia casa. Se trata del doctor Roberto Miranda, que casualmente se encuentra ahí ya que ha ayudado a Gerardo cuando este queda en panne de neumático en la carretera.
Para Paulina no hay duda que Miranda es el médico que asistió las torturas y vejámenes que ella sufrió, mientras escuchaba el cuarteto “La muerte y la doncella”, de compositor Franz Schubert, como “música de fondo”, para ahogar los gritos de su víctima.
Esa noche, y con su antiguo torturador frente a ella, llega la hora de la venganza. O del juicio, que para estos efectos se unen y funden en un único y mismo propósito: Que haya justicia para Paulina.

Exitoso recorrido de 3 décadas
Ariel Dorfman escribe la obra en 1990, en el punto mismo de inflexión entre dictadura y democracia en Chile. Un momento histórico en que aún el violento pasado no se disipa del todo, y el futuro “democrático” aún es un bosquejo en proceso tras los secretos acuerdos de las fuerzas armadas y la concertación.
La obra es un ejercicio de memoria urgente y necesario, que ha envejecido muy bien y con mucha vitalidad, ya que toca en profundidad una herida que aún sangra en nuestra sociedad, y lo hace con una calidad artística que se conserva intacta.
A lo largo de 33 años, “La muerte y la doncella” ha visitado variados escenarios del mundo.
Una de sus más conocidas versiones fue la que dirigió Mike Nichols en 1992, en Broadway, con Glenn Close, Richard Dreyfuss y Gene Hackman. Y la que llevó al cine Roman Polanski en 1994, con Sigourney Weaber, Stuart Wilson y Ben Kingsley.
Además existe una versión en ópera, con música de Jonas Forssell y libreto de Dorfman, estrenada en Suecia el año 2008.
El estreno en Chile se llevó a cabo en 1991, con dirección de Anita Reeves y con las actuaciones de María Elena Duvauchelle, Tito Bustamante y Hugo Medina.
Luego de esa temporada, «La muerte y la doncella» ha visto la luz en escenarios chilenos un par de veces más, en 2000 y 2011.
Lucha dialéctica
Ahora, en el Teatro UC, nuevamente la obra sube a escena en este 2023 en que se cumple medio siglo del Golpe y los fantasmas que acosan aún a Paulina reviven con fuerza y claridad.

La versión dirigida por Rodrigo Bazaes reafirma la plena vigencia del texto de Dorfman a más de tres décadas de su estreno.
Esta es una puesta en escena que se reinventa desde lo atemporal, afirmada en una estética minimalista y centrada -como no podía ser de otra manera- en la riqueza sicológica de los personajes y bien logradas actuaciones.
Así como lo hizo en “Oleanna”, en este mismo escenario en 2016, Bazaes instala los personajes en un verdadero ring, sin ningún elemento que no sean los estrictamente necesarios para graficar la acción dramática.
Con un notable diseño de iluminación, que crea atmósferas sin ningún efectismo manipulador, la dirección hace que los personajes se enfrenten en una lucha dialéctica sin respiro ni cuartel.
La acción se enmarca en un diseño sonoro que “juega” con la música de Schubert y la convierte por momentos en un referente onírico a nivel de distorsión y pesadilla, reflejo de lo sufrido por la protagonista durante el cautiverio.
El elenco articula su entrega desde la emoción que la historia gatilla en nuestra memoria y la empatía que surge con Paulina.
Es una labor colectiva de contenida pero clara y honda profundidad, que evidencia la humanidad que trasunta el texto de Dorfman en cada escena.
La dirección acentúa el tono trágico de la historia y gracias al dispositivo escénico captura nuestra atención en los elementos políticos, sociales y personales de la trama en perfecto equilibrio entre el compromiso emocional que nos causa el sufrimiento de Paulina, y el necesario distanciamiento para entender y reflexionar sobre las aristas netamente políticas del caso.
Estamos ante una propuesta que no da tregua y nos interpela a cada instante sobre la culpabilidad o “inocencia” de médicos colaboradores del aparato represivo de la dictadura (Miranda), el imperativo ético de un hombre de leyes (el marido de Paulina), que aplica a rajatabla la presunción de inocencia, y la sed de justicia o venganza que anida en su cuerpo y alma una víctima como Paulina.
A 50 años del Golpe de Estado, “La muerte y la doncella” reafirma su actualidad y vigencia. También pone en jaque, una vez más, nuestra cuestionada transición y la política de los acuerdos.
Y lo hace a través de una versión que por la suma de sus partes se convierte, por lejos, en uno de los mejores montajes de la presente temporada teatral.
Ficha artística
“La muerte y la doncella”, de Ariel Dorfman.
Dirección: Rodrigo Bazaes. Asistencia dirección: Adriana Stuven. Producción general: Julian Marras y Adriana Stuven. Diseño espacio: Rodrigo Bazaes. Escenografía e iluminación: Cristián Reyes. Diseño vestuario: Carolina Espina. Producción y asistencia diseño: Christian Aguilera. Música y diseño sonoro: Marcello Martínez. Realización escenográfico: Amor escénico. Gráfica: Christian Aguilera. Afiche: Eduardo Cerón. Fotografía: Fernando Bravo Matheu y Andrés Corvillón.
Elenco: Valentina Muhr, Daniel Gallo, Julián Marras.
Funciones en Teatro UC (Plaza Ñuñoa. Metro Chile España), hasta el 25 de noviembre, de miércoles a sábado a las 20 horas. Para mayores de 16 años.
Duración: 80 minutos. Entradas entre $6.000 y $12.000 disponibles en http://ticketplus.cl
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