Por Cristián Cristino.
A teatro lleno se realizaron las dos funciones de la ópera nacional “La Rara”, inspirada en Violeta Parra. Proyecto de grandes dimensiones realizado por los equipos artísticos de la U. Alberto Hurtado, era un estreno absoluto que estaba pendiente desde 2019.
A principios de los años 90, Javiera Parra, cantante y nieta de Violeta Parra, formó parte del Gran Circo Teatro, agrupación artística liderada por Andrés Pérez Araya que revolucionó la escena teatral chilena. Los aportes más significativos de Javiera se concentraron en el montaje «Popol Vuh», de 1992, pero también integró los elencos de otras obras de la compañía, como la icónica «La Negra Ester».
Durante ese tiempo de colaboración, Andrés Pérez le habría contado a la artista que tenía el sueño de hacer una ópera sobre Violeta Parra. El actor y director murió en 2002 sin poder llevar a cabo ese y tantos otros proyectos; sin embargo, en los años posteriores han sido varios los intentos por llevar al formato operístico el universo de la multifacética creadora chilena.
Finalmente, este 2023 se estrenó «La Rara», ópera inspirada en la vida y obra de Violeta Parra (1917-1967). Las circunstancias de su muerte, por suicidio, parecen imposibles de separar de su obra y de su legado, y es justamente este el enfoque desde el cual se articula la propuesta producida por los equipos artísticos de la Universidad Alberto Hurtado.
Relato fragmentado

«La Rara, Ópera Violeta en Tres Jornadas» con música de René Silva y libreto de Marcela Sáiz, es una obra que, según la información del programa de mano, “ofrece una relectura de la trayectoria biográfica y artística de Violeta Parra desde una mirada y una sonoridad contemporánea. Violeta regresa tras su muerte, guiada por la Virgen de la Candelaria, recorriendo los lugares de su vida en un Chile fragmentario”.
Este carácter fragmentario no solo tendría que ver con la temática de la ópera, sino que mucho más con su estructura, que es también del mismo carácter: Hay más de 20 números musicales dentro de la división de tres actos, o Jornadas.
Esta forma narrativa tan segmentada del material atenta contra la fluidez del espectáculo general, si bien hay un evidente esfuerzo de Gonzalo Cuadra en la dirección escénica para darle continuidad y evolución dramática a una obra que, por momentos, parece identificarse menos con la tradición operística y más con las grandes cantatas de Luis Advis y Sergio Ortega.
Siguiendo en el plano musical, la partitura de Silva se enfrenta al desafío de proponer un acercamiento al universo de Violeta Parra sin usar el continente sonoro de la propia creadora, quien produjo una enorme cantidad de obras que ya están inscritas en la memoria de nuestro pueblo.
La apuesta del compositor es la de un canto llano y sin estridencias, muy preocupado de las características y dificultades del canto impostado en lengua castellana. Este problema no siempre bien resuelto en las composiciones recientes de este tipo, pero el compositor de «La Rara» lo sortea con éxito, y este aspecto se convierte en uno de sus mayores triunfos.
La ejecución musical del espectáculo cumplió cabalmente con la propuesta del compositor, gracias al excelente desempeño de la camerata UAH bajo la atenta dirección de Pablo Carrasco.
El conjunto de solistas vocales acometió con solvencia los desafíos de la partitura, y en el plano coral, se pudo apreciar el fruto de la gran labor de Jessica Quesada, directora del coro instituto de música UAH, conformado por alumnos de diversas carreras de la universidad.

¿Y por qué La Rara?
En el programa del espectáculo, se menciona que uno de los hijos de Violeta Parra, Àngel (el gran cantautor fallecido en 2017), hablaba de la rareza que el mundo le asignaba a su madre.
Esta idea de incomprensión fundamental es también uno de los pilares de la propuesta escénico-musical, como si fuese parte del destino de la protagonista, anunciado ya desde su nacimiento con el canto del ave también de nombre “Rara”, que presagia la desgracia de ser profeta, pero no ser escuchada, casi como una Casandra sudamericana del siglo XX.
Pensar en personajes míticos puede ser apropiado para una posible lectura de la obra, ya que en la dramaturgia de Marcela Sáiz es posible reconocer una idea de evolución del personaje protagónico equivalente al famoso esquema del “viaje del héroe”.
Su Violeta emprende un progresivo camino de emancipación obstaculizado y facilitado por sucesivos oponentes y aliados, respectivamente. En este peregrinaje vital, el costado más político de Violeta Parra solo se esboza, aunque adquiere mayor protagonismo en último tercio de la ópera, que resulta ser la parte más potente y conmovedora de la propuesta.
Una Violeta para nuestros tiempos
Si bien la narrativa de la obra tiende a asfixiarse por la tarea de dar cuenta de la mayor cantidad de datos biográficos posibles (la llegada a Santiago, su primer matrimonio, su trabajo con las cantoras y cantores de tradición popular, la mítica exposición en el Louvre, etc.), la prosa de Sáiz construye una Violeta valiosa y necesaria para nuestros tiempos; una Violeta obsesionada por la desigualdad, que habla de la existencia de dos Chiles; uno para los ricos y otro muy distinto para los pobres.
“Yo canto lo que el país esconde” declara en algún momento la protagonista, y si bien su lucha en vida concluye en derrota (ya que en sus palabras, Chile es “una mierda”), con su suicidio hallará la paz.
Y si bien la música de la obra es contemporánea, está constantemente visitada por ritmos y sonoridades varias que remiten a la tradición de la música de raíz folclórica y que vuelven al material más denso y más rico.
Aun si ,como ya hemos mencionado, “La Rara” no incorpora elementos puntuales de la poética musical de Violeta, tanto su argumento como en el diseño integral del espectáculo (obra del artista Gustavo Acevedo que recrea «El árbol de la vida»), hay varias alusiones a sus composiciones. La más evidente, y la que caracteriza a la ópera no es otra que la del «Rin del angelito», incluida en su último disco, «Las últimas composiciones», de 1966.
La muerte conduce a la trascendencia, y es en este umbral en el que se ubica la protagonista del libreto, y quien encontrará su redención final precisamente al convertirse (o asumirse) ella misma un angelito. La tesis de la dramaturga puede resultar algo chocante, más que nada porque propone una solución algo simplista al conflicto de su protagonista. Una Violeta reconciliada con la muerte es también quitarle complejidad y despolitizarla.
Es tan grande la figura de Violeta Parra que excede los límites de la representación. Al cumplirse 50 años desde su muerte la cartelera cultural santiaguina fue testigo de una gran cantidad de aproximaciones a su figura y a su legado; algunas más felices que otras, pero todas sobrepasadas por el referente mismo.
El lado positivo de este problema es que con cada intento de aprehenderla va creciendo el continente que es la creadora nacida en 1917, ya que es imposible distorsionarla.

Con todo, la convocatoria fue sin embargo excelente y en pocas horas se agotaron los cupos para las dos únicas funciones en el capitalino Teatro de Carabineros. Es evidente que hay un interés real por este trabajo, por lo que esperamos que en el futuro se programen más funciones de este montaje. Violeta Parra nos atrae, nos llama, por más que tantas veces se nos aparezca inaccesible y misteriosa quizás como lo es nuestra propia identidad.
En un momento de la representación, Violeta afronta el estigma de que la música popular es un arte menor. El tiempo le ha dado la razón por encima de todos sus detractores de los que hoy no recordamos ni sus nombres, mientras que la obra de Parra no deja de convocarnos, tanto así que incluso la ópera, con toda su aura sublime y también elitista, por fin se ha rendido a sus pies.
Nunca sabremos cómo podría haber sido la materialización del proyecto de Andrés Pérez, pero esta iniciativa de la Universidad Alberto Hurtado -en vez de clausurar la relación entre el género y el legado de Violeta- abre un camino.
“La Rara”. Ópera Violeta en Tres Jornadas Música de René Silva / Libreto de Marcela Sáiz. Idea original de Violaine Soublette de Saint-Luc. Camerata UAH. Dirección musical de Pablo Carrasco Villablanca. Coro instituto de música UAH. Dirección coral de Jessica Quezada Núñez. Régie de Gonzalo Cuadra Balagna. Propuesta escénica y vestuario de Gustavo Acevedo. Realización escenográfica e iluminación de Gabriela Torrejón.
Solistas: Cecilia Aguayo Díaz, Claudia González Serrano, Yeanethe Münzenmayer, Javier González, Arlet Parra, Alan Oporto, Andrea Manque, Esteban Lara, Diego Delpiano, Kevin Mansilla, Gabriela Soto y Rodrigo Carrasco. Universidad Alberto Hurtado.
Estrenada en el Teatro de Carabineros de Santiago de Chile, los días 21 y 22 de abril de 2023.
LINKS DE INTERÉS:
Lectura recomendada: «El diablo en la música. La muerte del amor en El gavilán de Violeta Parra» de Lucy Oporto (2013), Editorial USACH.
Registro del conversatorio virtual sobre la ópera que incluye cápsulas audiovisuales con fragmentos de la composición:
De cuerpo entero, de y por Violeta Parra del disco Las últimas composiciones, de 1966
«El Rin del Angelito» en la curiosa reedición de IRT 1974 que incorporó una sonoridad en estéreo gracias un arreglo para cuarteto de cuerdas preparado por el compositor nacional Nino García, quien luego de un poco más de tres décadas del suicidio de Violeta Parra, siguió sus pasos terminando su vida a los 40 años:
«Gracias a la vida! en la vibrante versión de Cecilia La Incomparable en el arreglo de Valentín Trujillo
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