Por Cristián Cristino.
A sala llena se vivió el cuarto concierto de la temporada 2023 del Municipal de Santiago. Con la Filarmónica de Santiago dirigida por Roberto Rizzi Brignoli, el programa incluyó obras de Martucci, Rachmaninov y Beethoven, con una aplaudida labor el joven pianista italiano Filippo Gorini.
Son buenos tiempos para la Orquesta Filarmónica de Santiago, que desde 1955 se constituye como un significativo cimiento para toda la producción artística del Teatro Municipal de Santiago.
El cuarto concierto de la Temporada 2023, titulado «El Emperador» (que tuvo fechas los días 6 y 9 de mayo) fue una excelente oportunidad para apreciar el sonido casi discográfico que el director titular de la Filarmónica, Roberto Rizzi Brignoli, supo extraer en la ejecución de las obras por parte de la orquesta.
Materialidad sedosa y sensual
El concierto comenzó con el Nocturno Nº1 en Sol Bemol Mayor, Opus 70, de Giuseppe Martucci (1856-1909). Compositor que dedicó al piano la mayor parte de su obra, y apodado el «Brahms italiano», Martucci se destaca también por su nulo interés en componer óperas (algo insólito en su tiempo y contexto profesional).
Responsable, entre otros, del estreno de la ópera «Tristán e Isolda», de Wagner, en Italia (Bolonia, 1888), su falta de vínculo con el «melodramma» no hay que entenderlo como un desprecio al género, ya que en su vasta obra hay varios trabajos inspirados en el repertorio lírico italiano (como la «Fantasía sobre La fuerza del destino» y los «Pensamientos sobre Un baile de máscaras», ambos según obras de Verdi). En la pieza incluida en este concierto (que es un arreglo orquestal de una pieza original para piano), se advierte este posible dualismo germano-itálico, de influencia wagneriana, pero en el que también se reconocen sonoridades al estilo de Mascagni y Puccini, entre otros.
En el concierto del Municipal de Santiago se destacó el trabajo de las cuerdas de la orquesta, que configuraron una materialidad sedosa y sensual. Traer a este autor al encuentro de nuestras audiencias es un iniciativa para expandir el repertorio y debería ser antecedente para la presentación futura de otras de sus obras.
Sinfonía célebre y vibrante
En el otro extremo del programa, encontramos la Sinfonía N.°2 en Mi Menor, Opus 27, de Sergei Rachmaninov, de quien se conmemoran 150 años de su nacimiento.
Esta obra es una de las más famosas del compositor romántico ruso (al punto que su tercer movimiento inspiró una conocida balada del cantautor norteamericano Eric Carmen), y si bien los críticos suelen preferir otras de sus creaciones, de mayor complejidad musical, el derroche melódico y el poder expresivo de esta segunda sinfonía la han convertido en favorita de las audiencias.
El trabajo de Rizzi Brignoli con la Filarmónica se podría definir como especialmente vibrante, dando el destaque merecido a toda la posibilidad instrumental de la composición, sosteniendo un carácter convulsionado pero nunca descontrolado (como en el frenético segundo movimiento capaz de hacer sucumbir a cualquier orquesta).
El director italiano no se dejó dominar por la imponente partitura (interpretada sin los cortes tradicionales) y consiguió varios planos de sonido y una infinidad de matices en un abanico de posibilidades expresivas que incluyen lo sublime, y también ¿por qué no? lo vulgar.
La recepción del público fue entusiasta, al punto de no poder evitar el aplauso entre cada movimiento, lo mismo que en el plato fuerte de la velada: el Concierto número 5 para Piano y Orquesta, «El Emperador», de Ludwig van Beethoven.
Talento italiano

Este magno concierto fue escrito por Beethoven durante el tiempo de la invasión napoleónica en Viena y estrenado en Leipzig en 1811.
Además de ser una obra inmensamente popular, es también un punto de inflexión en la evolución de este tipo de pieza. El concierto como forma tuvo su esplendor a finales del Barroco, y si bien en el período posterior, el Clasicismo, la sinfonía se erigió como el género orquestal preeminente, el concierto siguió su desarrollo, alcanzando un significativo grado de maduración gracias a W. A. Mozart.
Quien mejor supo tomar la posta fue sin duda Beethoven, quien se hizo cargo de la influencia mozartiana en sus primeros conciertos para piano y orquesta, pero que para el quinto (el último) incorporó su propio trabajo sinfónico para llevar al límite la forma del concierto clásico.
Se ha mencionado muchas veces lo impactante de la cadencia con la que virtuosamente se abre la obra, y -como expresa el Diccionario Oxford de la Música- esta es una de las «más poderosas afirmaciones en el estilo heroico de Beethoven: El ingenio de la escritura solista de Mozart es reemplazado por la elaboración poderosa y enérgica de unos cuantos motivos fecundos».
Para la presentación de esta obra, junto a la Filarmónica, el Municipal de Santiago convocó al joven pianista italiano Filippo Gorini, quien deleitó al público con una ejecución segura y brillante en la que tuvo un excelente trabajo de dinámicas de modulaciones y progresiones.
Gorini mantuvo una fluida comunicación con Rizzi Brignoli, que le permitió entregar una interpretación alegre, y también precisa y delicada. Al terminar el concierto fue merecidamente ovacionado y regaló al público el Capriccio en Sol Menor, opus 116, de Johannes Brahms.
Concierto 4: «El Emperador». Obras de Martucci, Beethoven y Rachmaninov. Orquesta Filarmónica de Santiago. Dirección de Roberto Rizzi Brignoli. Solista en piano: Filippo Gorini. 6 y 9 de mato de 2023. Teatro Municipal de Santiago de Chile.
Links de interés:
El Nocturno n°1. en Sol bemol Mayor, op. 70 de Giuseppe Martucci:
El Concierto para piano n.° 5 en Mi bemol Mayor, op. 73,“Emperador”, de Ludwig van Beethoven, en la histórica interpretación de Claudio Arrau, a sus 84 años con la Sinfónica NHK, dirigida por Wolfgang Sawallisch, en mayo de 1987:
Perfil en la plataforma Spotify del pianista italiano Filippo Gorini:
Filippo Gorini interpreta a Beethoven en el Concierto de Bienvenida de la edición 2017 del International Telekom Beethoven Competition en Bonn (del que fue ganador en 2015):
Capriccio en sol menor de Johannes Brahms, op. 116:
Sinfonía n.°2 en Mi menor, op. 27 de Sergei Rachmaninov, en una versión dirigida por Leonard Slatkin, uno de los mayores especialistas en el compositor:
y como curiosidad: la canción de Eric Carmen de 1975 (Never Gonna Fall in Love Again) inspirada en el tercer movimiento de la sinfonía de Rachmaninov:
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