
Por José Luis Arredondo
Corría marzo de 2020 cuando la llegada del Covid-19 a nuestro país obligó a las salas de espectáculos a suspender todas sus actividades presenciales. Y el Municipal de Santiago debió hacer lo propio ante la imposibilidad de convocar público a sus habituales temporadas. La conexión con las audiencias quedó supeditada netamente al terreno de lo virtual, dentro de un incierto futuro.
Dicha suspensión de actividades se prolongó durante un largo año y medio, hasta este 15 de septiembre de 2021 -cuando -al estar por fin la Región Metropolitana en Fase 4- el Municipal de Santiago volvió a abrir sus puertas a un público ávido de ver espectáculos en vivo y de conectar en forma directa con el fenómeno artístico.
Y la reapertura, a cargo del Ballet de Santiago en pleno, resultó muy auspiciosa. Con el ex primer bailarín estrella Luis Ortigoza debutando como director de la compañía, ésta estrenó un programa de cuatro obras que, bajo el nombre “Trilogía +1”, entrega un logrado y vital ensamble de danza clásica y contemporánea, que difumina las fronteras entre ambos lenguajes para lograr un conjunto en el que más que convivir, se mixturan expresivamente.
La partida la da una notable trabajo de la coreógrafa colombiana-belga Anabelle López-Ochoa con música de Franz Schubert y soundscape adicional de Almar Kok, titulada “Réquiem para una rosa”. Son 13 bailarines y bailarinas en escena, ataviados con faldas rojas, que se despliegan en un número de conjunto muy delicado y grácil, alrededor de una figura central, en lo que sería la deconstrucción de la flor que alude el título, en su forma laberíntica y sinuosa.
Tras este primer número llega “Tres Preludios”, donde entran en escena la pareja que forman Noelia Sánchez y Chistopher Montenegro, quienes, separados por una barra de ensayo propia del ballet clásico, bailan al son de la música homónima del ruso Sergei Rachmaninoff, en una ya mítica coreografía del gran maestro de la danza Ben Stevenson (remontada esta vez por Sara Nieto). Se trata de un logrado momento de danza clásica en su más pura expresión. La pareja entra en un juego de acercamientos muy sutil, fino y etéreo, que una iluminación tenue en tonos azules, hace resaltar con acierto. La inclusión del piano en escena, interpretado en vivo por Natalia Aquiles, contribuye sobremanera al fino logro expresivo.

Breves segundos de pausa en oscuridad y la escena se ilumina con vivos y cálidos colores para enmarcar el Pas de Deux de “Carmen”, una coreografía de Marcia Haydée con música de Georges Bizet.
La primera bailarina estrella Andreza Randisek, junto al primer bailarín estrella Rodrigo Guzmán, dan vida al fatal encuentro entre la gitana y el uniformado. Amantes signados por la tragedia que se unen en un tenso instante en que él la busca con desesperación y ella se deja querer para luego rechazarlo en un juego de violento erotismo. Este es un fragmento de sobresaliente calidad, que marca la despedida de Randisek del Ballet de Santiago, después de una aplaudida trayectoria en la compañía.

Para el final queda “La 5ta”, de Edras Hernández, coreografía realizada a partir de la música de la popular sinfonía de Ludwig van Beethoven.
Esta vez el cuerpo de bailarines se enfunda en trajes negros que los convierten en una entidad colectiva sin diferencia de sexo y que actúa como un bloque. El cuerpo de baile se mueve con frenesí y se muestra alienado por la tecnología (el recurso de los teléfonos celulares), que pasa a ser el motor de su conducta. Es un trabajo abordado desde lo contemporáneo que da cuenta de la enorme ductilidad de la compañía, de su precisión técnica para actuar como un conjunto sometido a alta exigencia y de su capacidad expresiva.
La performance cuenta con la vibrante participación de la Orquesta Filarmónica de Santiago, dirigida por el maestro Pedro-Pablo Prudencio, que esta vez se instala en la primera parte de la platea para conservar la “distancia social” entre los músicos, y así ofrecer al público la posibilidad de observar en detalle tanto los movimientos de las y los bailarines como la ejecución de los instrumentos musicales.

“Trilogía +1” marca con altura la vuelta a lo presencial en la histórica sala de calle Agustinas, y pone de manifiesto el entusiasmo del público por este reencuentro, el que en la función de estreno se manfestó en una emocionada ovación de varios minutos.
Funciones hasta el 2 de octubre. Duración: 90 minutos sin intermedio.
Entradas entre 3 mil y 44 mil pesos, a la venta en http://www.municipal.cl
Fotos: Patricio Melo
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