
por Vicente González
Al leer el título de “18 regalos” inmediatamente se puede tener una idea del argumento de esta película italiana disponible en Netflix.
Elisa (Vittoria Puccini) lleva una vida plena junto a su marido Alessio (Edoardo Leo), pero en pleno embarazo es diagnosticada con un cáncer de mama que no la permitirá conocer a su hija. Debido a la nueva y desgarradora realidad, Elisa decide dejarle a Anna (Benedetta Porcaroli) un regalo para cada uno de sus cumpleaños, para que los abra hasta que alcance la mayoría de edad.
La película, dirigida por Francesco Amato, realizada en 2018 e inspirada en un hecho real, cautiva en sus primeros minutos con colores vivos y las dinámicas entre los personajes; sin embargo, esos elementos engañan hábilmente la vista y esconden la densa trama bajo una fórmula pop perfecta para una plataforma como Netflix.
Pese a que el tráiler y la sinopsis ofrecida por la plataforma lo anuncian, el “salto temporal” (o el cambio de mundo) por parte de Anna toma por sorpresa al espectador en los primeros 25 minutos. Es una decisión que va muy bien con el tono de la película ya que debido a ésta, Anna y Elisa tienen la oportunidad de encarnar los roles de madre e hija.
El impacto que produce la noticia del cáncer en los distintos personajes se expresa de diversas maneras. Negación, pena, rabia y desidia son algunos ejemplos más que reales, y esta mezcla de emociones, en escenas como las que protagoniza el grupo de ayuda en el hospital, atrapan al espectador no solo por ser entretenidas per se, sino porque instalan en el relato dudas como: ¿Quiénes de las que acompañan a Elisa logran superar el cáncer? Hábilmente la cinta no queda en eso y responde al hecho exponiendo las vidas que, pese a la enfermedad, siguen llevando.
El crecimiento personal, así como el arco de personajes es esperable tomando en cuenta el tema tratado y el tipo de película. No obstante, este desarrollo se ve ofuscado por momentos debido a ciertos diálogos que, con tal de hacer avanzar la historia, tienden a acelerar innecesariamente el ritmo en ciertas secuencias, cortando la verosimilitud.

Afortunadamente el efecto emotivo persiste a lo largo de la narración. El ejemplo de ello es Alessio, quien en un comienzo se presenta algo más inmaduro en contraposición con su esposa, pero con su muerte se ve obligado a madurar y debido al brusco y forzoso proceso, no termina de expresar su cariño de manera correcta (producto también de las complicaciones de Anna ante los regalos de su difunta madre) para llegar a ser en ocasiones más verdugo que padre.
“18 regalos” mantiene el foco en temática y emoción, y consigue con ello ser una historia llena de sentimientos, con humor y drama bien ejecutados en momentos precisos. La manera de exponer a los personajes quizás no consigue todo lo que pretende; sin embargo la purga personal que supone la catarsis que plantea hace que los apoyemos con tal de verles una breve sonrisa en el rostro.
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