Por José Luis Arredondo.
En el Hogar de Menores «El Vaticano» están de fiesta, se prepara un homenaje a su director, el Obispo, un apreciado dignatario de la iglesia que se la jugó a fondo por la defensa de los derechos humanos durante la dictadura y que se ha preocupado con especial «atención» del bienestar de los niños, tanto de padres chilenos como inmigrantes.
Lo que viene a complicar el homenaje casi ad portas de su realización, es la constatación absoluta de que el Obispo resulta ser un verdadero depredador sexual, un sacerdote que desde su puesto de privilegio ante la comunidad de fieles, somete, abusa y viola a cuanto menor se cruza en su camino, todo esto facilitado por una red de contactos y protección que mantiene a raya las denuncias sobre su comportamiento delictual. Esto hasta que desde la Santa Sede llega un enviado a dilucidar la verdad de lo que está sucediendo al interior del hogar de acogida dirigido por monseñor.
Con este relato como columna vertebral de la propuesta y estos elementos dramáticos como eje de la reflexión, la compañía de teatro La María, construye un potente discurso de denuncia ante los, ya sobradamente públicos, abusos sexuales contra menores por parte de muchos sacerdotes, y de paso pone en el banquillo a la Iglesia Católica como institución administradora de una fe de la cual se ha servido para cometer infinidad de atropellos a lo largo de su historia.
La obra apuesta a una crítica desde un humor absolutamente negro y ácido, cruzado por situaciones cimentadas en el absurdo, el grotesco y la distorsión, como única forma, a estas alturas, de instalar un discurso que no palidezca ante la realidad, mucho más cruel y lacerante, que cualquier ficción que uno pueda imaginar.
Por otro lado resulta brutalmente contingente en un momento en el que la credibilidad de la Iglesia Católica está por el suelo y el mismo Papa recibe a víctimas de abusos sexuales y priva de su sacerdocio a una connotadas figuras como Fernando Karadima y Cristian Precht.
La puesta en escena es muy bizarra, dinámica y lúdica, y acusa claros signos de distanciamiento teatral, para refrendar y hacer más punzante el enunciado y la exposición, y el elenco juega sus papeles con mucha energía y dando cuenta a fondo de la locura y distorsión imperante. El ritmo es frenético y la acción, si bien posee claros momentos de quiebre, va en un permanente in crescendo hasta un desolador final.
Si bien el montaje apuesta por una desnudez que centra nuestra atención en la carga ideológica de la obra, hay un excelente manejo de la iluminación y el sonido en una clara perspectiva de distanciamiento. En este aspecto «Fe de Ratas» es una muy buena muestra de teatro político y cuestionador, que pone el dedo en la llaga de una institución con largo historial de abusos (por siglos cometidos) y a la vez nos conmina a reflexionar, entre otras varias cosas en asuntos de fe, sobre las responsabilidades de quienes, aun realizando una importante labor humanitaria durante la dictadura, resultaban ser tan victimarios como cualquier violador de la calle.
Compañía y Diseño de vestuario: Teatro La María / Dirección y dramaturgia: Alexis Moreno / Elenco: Elvis Fuentes, Manuel Peña, Rodrigo Soto, Alexandra Von Hummel, Juan Gálvez, Daniela Fernández. / Diseño escenografía e iluminación: Rodrigo Ruiz /Producción: Horacio Pérez.
Centro Gam (Alameda. Metro U. Católica). Del 27 de septiembre al 20 de octubre. Miércoles a sábado a las 20:30 hrs. Entradas entre $ 3.000.- y $ 8.000.-
Si te gusta este contenido, déjanos un comentario