#Danza «1 2 3 4 5 6» del Ballet Nacional Chileno: Los números del movimiento

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Por José Luis Arredondo.

El último estreno del Ballet Nacional Chileno (Banch) viene numerado, son seis coreografías en las que la cifra indica el número de bailarines que interviene en ella. Ese orden matemático se traspasa al espacio mediante un gran sentido de unidad entre ellas, a pesar de la variada naturaleza de la música utilizada para cada cual, unidad que se ve reforzada por el espacio escénico (cámara negra) y el diseño de iluminación que juega hábilmente los contrastes de luz y sombra para crear distintas atmósferas y dar relieve a los cuerpos.

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Un trabajo caracterizado por un orden casi simétrico como concepto visual y que juega en cada cuadro como si en el total fueran «variaciones sobre un tema». Así la música nos lleva desde canciones populares como «Amor de hombre», hasta composiciones de corte docto como las de Franz Schubert y Arvo Part, en números donde los cuerpos se buscan, se separan, juegan entre si y se interrelacionan en un virtual crescendo, a medida que se van sumando bailarines en cada cuadro, para desembocar en el hipnótico y apoteósico «Bolero» de Maurice Ravel con seis intervinientes en escena.

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«1 2 3 4 5 6» reafirma una constante del Banch, cual es un permanente dar una vuelta de tuerca a las claves y códigos de la danza contemporánea, esta obra va más allá de una secuencia coreográfica o el poner en movimiento el cuerpo al ritmo de una música. Claramente se percibe aquí la intención de lograr una unidad en la diversidad, y otorgar a la pieza un concepto y un significado que involucra como aporte fundamental las características del espacio escénico y la iluminación como partes gravitantes del todo.

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«1 2 3 4 5 6» es una obra que apunta a los sensorial, a dejarse llevar por la música y a poner en movimiento nuestros sentidos como público, a jugar con la imaginación para desentrañar lo que hay tras cada coreografía. Es una invitación a disfrutar con un trabajo que desde lo minimalista y depurado busca centrar nuestra atención en los cuerpos y en cómo los resalta u oscurece la luz y en cómo los articula la música.

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La o las historias las busca cada cual dentro de si, en este tipo de trabajos hay mucho de «modelo para armar», el coreógrafo actúa como un provocador, como alguien que te hace un planteamiento desde su espacio para que uno entre en él de acuerdo a lo que le moviliza dentro de sí lo que ve y escucha. Esta es sin duda una pieza que juega más bien con la abstracción, en ese sentido marca una diferencia con el inicio de la temporada y la particular versión de «Giselle» que nos entregaron.

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Reafirma también la calidad y versatilidad, ya indiscutible al apreciar el trabajo de la agrupación en el «Festival de Coreógrafos» en el Municipal de Santiago, del que hace tiempo se instaló como el conjunto más destacado de danza contemporánea en nuestro medio. Yo desde aquí invito a descubrir, dejarse llevar y disfrutar de esta propuesta que se inscribe dentro de una temporada que avanza viento en popa.

«1 2 3 4 5 6». Coreografías de Eduardo Zúñiga y Mathieu Ghilhaumon. Diseño de vestuario de Carolina Vergara y Beatriz Benitez Aranzasti. Diseño de iluminación de Andrés Poirot. Fotos de Patricio Melo.

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