#Teatro «Historia de amor con hombre bailando»: Romance musical en un desierto salitrero technicolor

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Por José Luis Arredondo.

Lo primero, y a modo de confesión, es comentarles que hace un par de años llegó a mis manos el libro de Hernán Rivera Letelier, no fue una lectura fácil, no me enganchó, y finalmente lo abandoné un poco antes de llegar al final. En resumen me pareció una novela mediana y más bien opaca.

Por eso resalto de inmediato los méritos que posee la adaptación teatral que actualmente se presenta en el Teatro CorpArtes, porque a la luz de mi «casi lectura» del original, constato que su versión teatral saca todo el brillo y potencial que contiene la médula de la historia.

La adaptación y dirección de Bastian Bodenhöfer entra de lleno en las noches de baile de la oficina salitrera donde trabaja Fernando Noble (El Feo) para centrar la historia en las dotes de eximio bailarín del protagonista sin dejar de lado su trágica historia de amor, que viene a ser el elemento que une y da cuerpo a la obra y la aleja de ser una sucesión de números de baile.

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Destaco como principales méritos de la puesta en escena la energía y el colorido que imprime Bodenhöfer a su versión (en la que resaltan la excelencia del vestuario y la iluminación), la que logra integrar muy bien las coreografías – de evidente exigencia dado los ritmos, de pronto frenéticos, que se bailan – y las actuaciones propiamente tales, que configuran en su conjunto el variado y rico entramado de personajes que habitan la salitrera, cada cual exhibiendo un carácter bien definido y determinado.

La trama es sencilla y se adentra en el espíritu de las historias románticas que pueblan nuestro imaginario, esas que el mismo Rivera Letelier plasmó por ejemplo en su novela «La contadora de películas». El Feo está recién casado con Ana, llegan sin nada, solo con una maleta y mucho amor a buscar trabajo en una salitrera cercana a la ciudad de Antofagasta, ahí con ayuda de algunos habitantes logra hacerse de un humilde empleo que le permite sobrevivir junto a su pareja. El Feo es un ser más bien introvertido, que se transforma una vez que pisa una pista de baile o se escucha una música bailable, sacando del fondo de si un talento insuperable para la danza, es un ser que la música ilumina y embellece, su sueño no cumplido fue ser bailarín de ballet y hoy en día bailar como lo hace es una forma de cumplir ese sueño de alguna forma.

Para él bailar es una catarsis, una liberación, la manera que tiene de salir por un momento de la opacidad que lo rodea y de entregarse a una vida mejor, más plena, más interesante, más digna de ser vivida. Fernando Noble baila para no morir, y lo hace en forma frenética, imbuido de una energía que deja a todos asombrados. El Feo es otro cuando baila. Lamentablemente Ana – su señora – no lo acompaña, ella es un ser frágil y por lo que se ve enfermizo, y aunque pronto ya no es compañía para su marido, la vida depara al feo otro encuentro con el amor, uno que le devuelve las ganas de danzar, aunque no por mucho tiempo.

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La adaptación se la juega por graficar la historia con una estética que remite a las películas en technicolor, el desierto salitrero de El Feo es un desierto colorido, de días brillantes, teñidos de naranja y amarillo, y noches claras y azules de enormes lunas llenas. Ahí el, sus amores, y los personajes que los rodean, viven intensas veladas musicales que dan vida a la soledad del paisaje circundante. La incursión de un narrador, imprime un aire de cuento, de fábula que se nos narra como si se tratara de una historia teñida de mito y leyenda.

Una historia en la que el baile es base y columna de la puesta en escena necesitaba un elenco que cumpliera con altas exigencias en cuanto a danza, y unos protagonistas que lograran hacer frente al desafío de bailar, y bailar muy bien, a la par de actuar con toda las exigencias que implica encarnar roles cuyo leit motiv es la pasión en todas sus formas. Y aquí ese cometido está cumplido.

Felipe Ríos (Fernando Noble – El Feo), demuestra con creces que es uno de los actores más completos del medio local. Ya aquilatamos hace un tiempo sus dotes dramáticas y musicales en «A Chorus Line» (Teatro Oriente), y ahora no es la excepción. Ríos baila, y baila bien, tiene ritmo, precisión y energía. A eso suma que es un actor de innegable vena dramática, y en este caso también cómica en la solución de varias escenas.

Maira Bodenhöfer no se queda atrás en un doble rol (Ana y La Flaca), evidencia innegables dotes para el baile y en lo actoral trabaja muy bien la diferenciación de cada personaje, en lo corporal e interno. Se complementa muy bien con Ríos y se percibe una buena química que va en beneficio de la obra tanto como de lo que podríamos llamar el espectáculo.

Al igual que el resto del elenco, cada cual preciso en su papel, conformando una diversa gama de caracteres bien diferenciados uno del otro, y poniendo de manifiesto una alta preparación para llevar a cabo coreografías de alta exigencia en cuanto a precisión, agilidad y energía.

La música en vivo resulta fundamental para el logro de la puesta en escena, ni la mejor grabación logra suplir la sensación que como público nos provoca escuchar a una banda en vivo, en este caso una que logra transmitir toda la fuerza de los bailes de salón que se ejecutan, como a la vez crear una atmósfera cargada de delicadeza y emoción en una notable, por su belleza, escena en la que El Feo danza al ritmo de un fragmento (el adagio), del concierto para piano y orquesta nro. 23 de Mozart.

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«Historia de amor con hombre bailando» es un logro, tanto en sus aspectos teatrales como musicales, un trabajo que demuestra que cuando se cuenta con un buen equipo artístico y técnico, se puede hacer teatro musical en nuestro país, y al mejor nivel. Los musicales no son una constante en nuestra cartelera y debieran serlo, aquí se demuestra que se puede.

«Historia de amor con hombre bailando». Director: Bastian Bodenhöfer. Asistente de dirección: Dyana Espinoza. Productor ejecutivo: Francisca Barraza. Productor general: Valeska Flores. Diseño de vestuario: José Luis «chino» Plaza. Productor de vestuario: Felipe Vásquez. Diseño de iluminación: Beltrán «Toti» García. Dirección musical: Andrés Pérez Muñoz. Dirección de danza y coreografía: Belén Larenas. Asistente de coreografías: Juan Francisco Matamala. Fotografía Fija y Making Of: Jerónimo Berg.

Elenco: Felipe Ríos, Fran Concha, Maira Bodenhöfer, Emilio Edwards, Christián Zuñiga, César Avendaño, Francisco Martínez, Manuel Almonacid, Andrés Escobar, Felipe Vásquez, Ana Albornoz, Angela Arancibia, Rocío Leyton, Javiera Pimienta y Trinidad Cerda.

Músicos: Gabriel Paillao, Gonzalo Cordero, José Miguel Tejeda, Sergio González, Italo Viveros, Cristián Orellana y Andrés Pérez Muñoz.

Teatro CorpArtes. Rosario Norte 660, Las Condes. Del 2 al 23 de junio. Viernes y sábado a las 20 hrs. Domingos a las 19:30 hrs.

Más info puedes encontrar en http://www.corpartes.cl

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