Por Jose Luis Arredondo A. //
Belleza y virtuosismo definen en dos palabras el penúltimo título de la presente temporada de Ballet en el Municipal de Santiago. Belleza porque el marco que el diseño de Pablo Núñez otorga a esta pieza es de un preciosismo muy depurado y refinado, y virtuosismo porque, una vez más, el Ballet de Santiago se luce en una obra que requiere de una madurez técnica y una capacidad de expresión que solo los mejores cuerpos de baile en el mundo pueden abordar.
«Raymonda» es un estreno absoluto en Chile, y llega de la mano del maestro Luis Ortigoza (ex primer bailarín estrella del Ballet de Santiago), quien usando como base la coreografía original del bailarín y maestro de ballet francés radicado en la Rusia Imperial, Marius Petipa (1818 – 1910), nos entrega una versión que desde ya queda entre lo más destacado de la presente temporada de danza.
Estamos aquí en un medioevo europeo refinado y cortesano, Raymonda es una joven que debe separarse de su prometido Jean de Brienne cuando éste viaja en una cruzada liderada por el Rey Andrés II de Hungría. Mientras lo espera se le aparece en un sueño un caballero Sarraceno que le ofrece riquezas a cambio de su mano. Visión premonitoria que se hace realidad cuando el Sarraceno llega al Castillo a pedir su mano a cambio de numerosas riquezas; pero Raymonda ama y es fiel a su enamorado Jean por lo que el Rey decide que el joven de Brienne se bata a duelo con Abderakhman (el Sarraceno) y así se decida con quien se queda la joven.
El ballet original se empina por las 2:45 de duración, lo que claramente puede ser un exceso para un ballet hoy en día, el maestro Ortigoza lo acortó a 2 horas, lo que hizo ganar la versión en energía y agilidad, permitiendo que nuestra atención se concentre básicamente en los números solistas de la protagonista (6 en total), en los que Romina Contreras, en la función estreno, se lució demostrando que a pesar de su juventud ya es una bailarina totalmente consolidada en cuanto a técnica y expresión, sin duda que este título ha de marcar para ella un antes y un después en el desarrollo de su carrera. Su Raymonda resulta juvenil y delicada y se inserta a fondo en el refinamiento de la propuesta y las dificultades técnicas que implica a su protagonista.
Lo mismo que el heroico Jean de Brienne de Emmanuel Vázquez, noble, romántico y caballeresco, la contraparte perfecta del enérgico y sombrío Abderakhman de Rodrigo Guzmán. Ambos interpretes totalmente a la altura del desafío que significa afrontar dos roles de enorme exigencia técnica en cada intervención.
La música del ruso Aleksandr Glazunov (1865 – 1936), es un derroche de belleza orquestal, un compendio de melodías de muy noble tinte para que solistas y cuerpo de baile desplieguen todo el virtuosismo y exigencias de la coreografía. Música que en este caso el maestro Pedro-Pablo Prudencio adaptó y la Filarmónica de Santiago entrega en vibrante performance bajo una enérgica, aunque no privada de sutilezas y delicados detalles, conducción a cargo de Jose Luis Domínguez.
Una versión que da cuenta de toda la refinada fantasía que contiene la historia y su desarollo, y que en la lectura de Ortigoza, envuelta en el preciosista diseño de Pablo Núñez, se encontró con el total favor del público, que ovacionó a solistas y cuerpo de baile, en su función de estreno, premiando el esfuerzo y logro de escenificar una pieza de enorme exigencia y que ya queda, con total merecimiento, en el repertorio del Ballet de Santiago. Una «Raymonda» que en definitiva resultó un viaje al corazón mismo del Ballet Clásico y toda su belleza y exigencia.
«Raymonda», de Marius Petipa, con libreto de Lydia Pashkova y adaptación de Luis Ortigoza. Escenografía y vestuario de Pablo Núñez. Iluminación de Jose Luis Fiorruccio. Adaptación musical de Pedro-Pablo Prudencio y conducción orquestal de Jose Luis Domínguez.
En el Municipal de Santiago, del 24 al 29 de noviembre.
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