Por José Luis Arredondo A.
El sacerdote portugués Sebastián Rodrigues (Andrew Garfield) es un aguerrido soldado en el ejército de San Ignacio de Loyola, un guerrero imbuido de una fe que mueve montañas y de una convicción a toda prueba para diseminar la doctrina de Cristo por donde quiera que lo lleven los caminos del Señor.»Vayan al mundo entero y prediquen el evangelio a cada ser viviente», dijo Cristo a sus discípulos y este jesuita es un fervoroso obediente de ese mandato.
Uno de esos mismos caminos fue el que antes llevó al padre Ferreira (Liam Neeson), en misión evangelizadora desde Portugal al lejano Japón y cuya pista se perdió hace tiempo. Cuando comienza ‘Silencio’, el nuevo filme de Martin Scorsese, no hay certeza de su paradero, salvo una carta escrita tiempo atrás en la que se consigna que el misionero ha cometido apostasía (negación, renuncia o abjuración de la fe en una religión), y ahora vive en tierras niponas casado y abrazado a la fe budista.
Rodrigues se siente llamado a ir en busca de su maestro Ferreira y junto a otro hermano de la congregación, el padre Francisco Garupe (Adam Driver), parten con la tibia aceptación de su superior en busca, o rescate, del supuesto apóstata. El Japón del siglo XVII es territorio en extremo peligroso para los seguidores de Cristo, los que son perseguidos y muertos en aras de preservar la fe budista como doctrina oficial en la isla.
La llegada a Japón de los dos jóvenes jesuitas es un choque directo con otra forma de entender el concepto de Dios y de religión, una aventura que involucra para los religiosos adentrarse en lo más hondo de su propia fe y convicciones, sorteando mil peligros y con la sola asistencia de un grupo de aldeanos conversos al cristianismo, Rodriguez y Garupe se lanzan en busca del padre Ferreira, en un camino que tiene mucho de vía crucis para ambos misioneros, hasta dar con el paradero de su mentor y la verdad de su destino.
«Silencio» es un fenomenal ejercicio dialéctico entre cristianismo y budismo, una confrontación teológica entre dos formas de entender la creación, el hombre y la fe. El periplo de ambos misioneros es la gran introspección del director de «La última tentación de Cristo» y «Kundun» (sobre la vida y escritos del Dalai Lama), una madura y lúcida reflexión sobre cuestiones fundamentales acerca del poder de la espiritualidad y su esencia, así como la opresión, el sacrificio, el pragmatismo y el amor al prójimo. El cineasta, vestido con la piel del padre Rodrigues, nos hace viajar a través de este, por la propia esencia de su fe.
A medida que Rodrigues se acerca al paradero de Ferreira, su doctrina y temple se ponen a prueba, se enfrenta directamente a peligros que ponen su vida en riesgo y se ve en situación de tener que tomar decisiones extremas para salvar su vida y la de otros inocentes. Decisiones que van conformando el cuerpo de la cinta hasta dar con el final en el que el cineasta vuelca por entero ante nosotros lo que ha sido su religiosidad.
«Silencio» es la obra de un cineasta que viene de vuelta, una poderosa reflexión religioso – humanista que Scorsese dotó de una estilizada y enérgica visualidad, una cinta de inspiración mística que se apoya en una notable dirección de fotografía y arte.
Se alzan en filigrana las influencias de Kenji Mizoguchi, Akira Kurosawa e Ingmar Bergman, para configurar una obra en la que el director nacido en Nueva York hace ya 75 años plasma, casi como un testamento, aspectos fundamentales de su fe, aspectos que nos tocan a todos en mayor o menos medida, ya sea a los católicos, a los budistas o a quienes nos declaramos no creyentes o agnósticos, ya que en definitiva «Silencio» habla de aspectos de la trascendencia, y esos aspectos son parte inherente de la condición humana.
«Silencio» (Martin Scorsese). Año 2016. basada en la novela homónima de Shusaku Endo. Elenco principal : Andrew Garfield (padre Sebastián Rodriguez), Adam Driver (padre Francisco Garupe), Liam Neeson (padre Ferreira). Dirección de fotografía: Rodrigo Prieto. Guión: Jay Cock. Montaje: Thelma Shoonmaker.
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