‘Lástima que sea una puta’: teatro clásico isabelino que llega en una puesta enérgica y arriesgada

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Por José Luis Arredondo A.

El teatro isabelino, llamado así por su desarrollo durante el reinado de Isabel I de Inglaterra (1558 a 1603), no sólo tuvo como dramaturgo relevante a William Shakespeare, aunque la potencia de su obra relegó un tanto a las sombras a muchos de sus contemporáneos. Es el caso de John Ford (1586-1640), notable poeta y dramaturgo inglés cuya obra dramática más conocida ha llegado hasta nuestros días como clara referencia de su calidad y permanencia en el tiempo.

«Lástima de sea una puta», estrenada en 1633, es una aguda pieza que describe, trágicamente, un amor incestuoso. Los hermanos Giovanni y Annabella se aman y desean con locura y desesperación; entregados sin tapujos a una fuerza erótica que los consume, viven intensamente su amor contra natura y lo ocultan sabiendo que su «pecado» es imperdonable ante Dios y los hombres.

Poco tiempo pasa para que se descubra el incesto, lo que acarrea fatales consecuencias para ambos. Annabella, embarazada de su hermano, se casa con el violento Soranzo para salvar el honor, pero es descubierta y castigada a causa de las intrigas del servil Vásquez y la ingenua Putanna, su amiga. En la desgracia cae también Giovanni, y juntos pagan el delito de amarse más allá de lo que acepta la iglesia católica y la sociedad.

John Ford describe esta pasión con una fuerza erótica y trágica que sigue latente a casi cuatrocientos años de su estreno. Este es un texto poético y dramático, de una lúcida y ácida crítica a una sociedad machista, hipócrita, pacata y violenta, y está resuelto en un tono crudo y desenfadado, lo que lo hace muy viva y punzante. Es una verdadera apología del sexo y el amor, sea cual sea su origen y naturaleza.

La versión que entrega la compañía chilena Teatro del Terror hace plena justicia a la obra del autor inglés. Respeta a cabalidad el bellísimo texto original, con toda su carga de figuras poéticas y léxico culterano, y logra una entrega apasionada y de acabados recursos teatrales.

 

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Se filtran en la propuesta, de manera clara y precisa, elementos realistas y otros de connotación artaudiana, muy bien resueltos desde lo actoral por todo el conjunto, que transmite el crudo erotismo y violencia de la pieza.

En un escenario casi desnudo, la escena -dividida en dos espacios que marcan primer y segundo plano- permite la concentración absoluta en el conflicto y la entrega actoral. La proximidad entre intérpretes y público nos involucra emocionalmente, y a pesar de que tenerlos tan cerca puede resultar un elemento de distanciamiento, el conjunto vive con intensidad cada escena y crea una atmósfera que nos envuelve y remece.

En lo técnico se agradece un muy buen trabajo vocal y físico. Hay fuerte compromiso con el texto y el perfil de cada rol, y un juego escénico limpio y de alta intensidad. Se trata de una muy buena propuesta que impacta y emociona.

«Lástima que sea una puta», de John Ford. Dirección de Javier Ibarra Letelier. Diseño de Valentina San Juan. Compositor: Juan Carlos Valenzuela. Gráfica: Alejandro Ubilla. Productora: Gabriela Arroyo.

Elenco: Nicolás Pavez (Giovanni); Soledad Cruz Court (Annabella); Sebastian Plaza (Soranzo); Camilo Carmona (Vásquez); Carol Henríquez (Putanna – Hipólita).

Centro Cultural Estación Mapocho. Nueva temporada en enero 2017.

 

 

 

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