Un irregular Rey Lear al estilo oriental en Centro GAM.

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Por Jose Luis Arredondo A.

Las tragedias de William Shakespeare (1564-1616) son fuerzas de la naturaleza, obras que nos estremecen y abisman por la enorme lucidez, profundidad y belleza con que reflejan la compleja condición humana. Son poesía hecha drama para ir en busca del eterno humano, y revelarnos, en toda la extensión, su naturaleza y las pasiones que lo mueven.

De todas sus tragedias, «El Rey Lear» (1605-1606) es un ejemplo emblemático. La historia del anciano rey que, para tener una vejez tranquila y despreocupada, se despoja de su poder y tierras en favor de sus tres hijas, sin adivinar que desencadenará luchas familiares, traiciones y muerte, está entre lo más grande escrito para la escena universal de todos los tiempos.

Acabado estudio de la ambición -las dos hijas mayores y sus colaboradores- y la soledad de un viejo desposeído de tierras y poder -Lear, su circulo más cercano y Cordelia, la hija menor – es una obra que cruza tiempos y geografías, porque va mas allá de una situación puntual para adentrarse en un verdadero estudio de la ambición, el poder, la vejez, el despojo, la soledad y el amor filial. Por eso se la puede ambientar en todo lugar y época, sin que disminuya en nada la fuerza trágica y la potente poesía de sus textos.

En este caso la compañía de teatro «Teatro Pan» opta por una lectura oriental del texto, para la cual tomaron diversas traducciones y ambientaron la pieza en lo que podría ser la China o el Japón milenarios. En la puesta se filtran de manera muy clara algunos elementos del Teatro Kabuki (Japón), en donde predomina el canto y el baile a la par de la encarnación de un rol; del Khatakhali (India), en donde también la danza y el uso de máscaras es relevante;  y de la Opera de Pekín (aunque sin el gran colorido de ésta última), con música a vista del público y ejecutada por los mismos actores – percusión y efectos sonoros- mucha acción física y un estilo de actuación que tiende al distanciamiento, mediante el uso predominante de movimientos coreográficos reiterativos, máscaras, abundante maquillaje y el hablar, muchas veces, directamente al espectador.

Posiblemente la intención es hacer primar el sentido político de la tragedia, sin dejar de lado, obviamente, el humano. Hasta ahí todo fluye en el nivel de la propuesta; el problema, a mi parecer, es que por una parte no se entiende el sentido profundo de trasladar la obra al Lejano Oriente, y por otro, las intenciones de abarcar la obra chocan con problemas de actuación y dirección.

En general el ritmo es plano y poco matizado, las escenas se suceden sin notorias variantes y el montaje cae en lo monótono a pesar de la incesante acción. En lo actoral los problemas de voz de gran parte del elenco (sobre todo, de dicción y emisión), dificultan la cabal comprensión de un texto. Varios intérpretes se «raspan» y ya acusaban, en la función que vi, signos de disfonía, un mal casi endémico de los actores y actrices chilenos, en especial de los jóvenes. Tampoco me queda clara la traducción del título, no se qué aspecto de la obra refleja «el origen de nuestra tragedia». Hay eso sí, un muy buen uso del espacio e iluminación y una atractiva puesta en escena en lo plástico.

Con todo, se agradece y reconoce el que una compañía con 15 años de trayectoria, pero integrada por actores y actrices bastante jóvenes, se arriesgue con un texto de esta envergadura. Si bien el resultado me parece muy dispar y poco logrado, siempre se valora la oportunidad de disfrutar de un Shakespeare en vivo y en directo. Espero que la próxima vez el esfuerzo que implica llevar a escena al genio inglés llegue a mejor puerto.

«Lear o el origen de nuestra tragedia». Compañía Teatro Pan. Diseño y realización: Teatro Pan. Dirección: Jaime Reyes. Música: Teatro Pan y Pablo Concha. Iluminación: Luis Reinoso y Jaime Reyes.

Elenco: Javier Abadie, Mireya Aguirre, Carolina Alarcón, Paulina Casas, Valeria Moya, Sebastián Ortiz, Jaime Reyes, Renato Vásquez, Erico Vera y Fabián Vergara.

Hasta el 27 de noviembre en la Plaza Zócalo del Centro Gam.

 

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