“Oleanna”: Cualquier cosa que diga puede ser usada en su contra.

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Por Jose Luis Arredondo A.

«Las palabras construyen nuestra realidad» asegura el biólogo chileno Humberto Maturana, y la obra «Oleanna» del dramaturgo norteamericano David Mamet es una prueba fehaciente.

Se trata de un lúcido ejemplo teatral de que la advertencia que le hacen a un detenido «cualquier cosa que diga puede ser usada en su contra», está a la vuelta de la esquina y puede transformar nuestra vida de un momento a otro en una pesadilla Kafkiana.

En el principio fue el verbo, y la palabra que da vida en este caso también puede dar muerte.

Una mañana cualquiera, una alumna universitaria ( Carolina) pide ver a su profesor (Juan) para quejarse por haberla reprobado, quiere explicar un par de cosas al respecto y a la vez pedir explicaciones al maestro.

El encuentro, en la oficina del académico, es el punto de partida de un viaje por el universo de las relaciones humanas, en el que Mamet pone el acento en la dificultad casi inherente del ser humano para entenderse a cabalidad frente a cualquier circunstancia compleja.

Alumna y profesor no logran dar con una manera eficaz de comunicarse, de cada frase brota la desconfianza y la suspicacia, ambos se oyen pero no se escuchan.

Esta incomunicación gatilla una acusación de acoso sexual por parte de la joven, que los lleva a ambos hacia un despeñadero.

La obra está centrada en el poder de la palabra y en el uso que podemos hacer de ella como si fuera un arma de doble filo, un afilado cuchillo que tanto nos sirve para atacar como para defendernos.

David Mamet utiliza la acusación de acoso casi como un pretexto, como un motor que hace mover la acción.

En el fondo nos plantea un sinfín de otros temas relacionados con la condición humana: Los problemas del sistema educativo, las luchas de poder y género, los conflictos y brechas generacionales y de clase, los dilemas éticos y afectivos en la relación del que educa y el que recibe la educación, el peso de las estructuras sociales en nuestra forma de relacionarnos, el peligro de aferrarse a modelos de conducta frente a determinados hechos, y sobretodo la terrible capacidad del hombre para tergiversar el sentido de una palabra o un acción hasta transformarla en algo totalmente opuesto a la intención original de la misma.

«Oleanna» es un ring de boxeo, un espacio de lucha en el que todo vale para derrotar al contrincante, un lugar para atacar o retroceder como táctica de combate en pos de ganar la batalla.

En este sentido el director Rodrigo Bazaes acierta al situar la acción escénica en un espacio en el que el público rodea, y virtualmente encierra, a los interpretes.

Quedan así los espectadores en una posición que bien puede ser público o jurado frente al drama que se lleva a cabo en tres asaltos (como en el box), o tres actos (como en el teatro).

Un espacio rectangular, fríamente iluminado, que puebla sólo un escritorio y un sofá, para dejar libre de movimientos a estos dos contrincantes que se buscan y estudian para dar el golpe certero.

Una obra de este tipo, en el que la palabra es la base y la estructura del conflicto, necesita actuaciones de primer orden, en este aspecto el montaje está totalmente logrado.

La actriz Catalina Martin construye una alumna que llega a resultar inquietante.

Sumisa y temerosa ante el profesor en un comienzo, ella va sacando lenta y agudamente una afiladas garras, paulatinamente se empodera y encierra en sus propios dichos al maestro.

Catalina Martin configura un carácter complejo y rico en matices, hace justicia a la creación de Mamet dotándola de humanidad y asertividad en sus propósitos, en el transcurso de los tres actos crece y se apodera de la acción, a poco andar toma el sartén por el mango y conduce los hechos hacia el fatal desenlace.

En su boca la palabra del dramaturgo cobra vida y fuerza, y resulta muy convincente en su argumentación, por más falaz que pueda resultarnos en determinado momento.

Misma cosa Marcial Tagle como el profesor, un hombre dueño de si mismo, un profesional con una carrera consolidada y una vida burguesa resuelta, en la que la mayor preocupación del presente es el tamaño de la casa que está por comprar para disfrutar de su vida junto a su esposa e hijos. Tagle construye un docente con la seguridad de quien maneja el conocimiento y el poder en la ecuación «profesor – alumno», y notablemente evidencia en escena la pérdida de éste poder y el quiebre del equilibrio a favor en ésta ecuación.

Muy bien en el descenso al infierno kafkiano que le significa la acusación de acoso y notable su expresividad para evidenciar su vertical y fatal caída.

Una puesta en escena pulcra y redonda que cubre eficazmente todos los aspectos formales y de actuación, para entregar en bandeja un texto de feroz acidez en el retrato de una brutal y desigual lucha dialéctica de estremecedor final.

«Olenna», a 24 años de su estreno mundial, sigue totalmente vigente, demostrándonos que todo lo que digamos puede ser usado en nuestra contra y que el lenguaje, la creación humana por excelencia para entenderse, puede ser una inagotable fuente de conflictos.

Lúcida y ácida ironía del autor que bautiza esta pieza con el nombre de un mítico territorio pleno de bienestar y derechos, los mismos que la palabra, muchas veces, se encarga de matar y sepultar.

«Oleanna» (David Mamet). Con Catalina Martin y Marcial Tagle. Dirección y diseño de escenografía e iluminación: Rodrigo Bazaes. Traducción de Daniel Villalobos. Vestuario de Estefanía Larraín. Diseño sonoro de Marcello Martínez.

Teatro Universidad Católica (Plaza Ñuñoa), del 28 de julio al 10 de septiembre 2016.

 

 

 

 

 

 

 

 

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