Por Jose Luis Arredondo A. /
«Pocas cosas hay más llamativas que la juventud que transpira esta obra. Todo es pureza, simplicidad, nada de adornos innecesarios: genio, genio en su mayor inocencia, genio que, si se me permite la expresión, bordea la virginidad».
Con estas entusiastas palabras, recogidas en su mítica biografía sobre el músico, el escritor Francés Stendhal (1783-1842), resume la impresión que le causó la ópera «Tancredi» de Gioacchino Rossini (1792-1868). Una impresión plenamente compartida por nosotros después de ver la presente versión de ésta inicial obra Rossiniana y que se presenta actualmente en el Teatro Municipal de Santiago como parte de su temporada lírica 2016.
«Tancredi» (estreno en 1813), es fruto del temprano genio de Rossini, la compuso cuando no cumplía aún los veintiún años, por un encargo del Teatro La Fenice de Venecia, y así todo resulta al oído una obra de plena madurez compositiva, por la riqueza de su estilo. Resuenan en ella la belleza y nobleza musical de la herencia Mozartiana, a la par que se cuela tempranamente el sonido y la forma que más adelante consolidará el estilo del maestro nacido en Pesaro. Estos dos aspectos inundan desde el inicio la obra y conforman un cuerpo sonoro rico y expresivo.
La pieza musical, con libreto de Gaetano Rossi (1774-1855), está basada en un drama histórico de Voltaire (1694-1778) de intrincado e inverosímil argumento, ambientado en Siracusa durante las Cruzadas, ahí Tancredi es un joven exiliado que vuelve de incógnito a su patria para reencontrarse con su enamorada (Amenaide, la hija del gobernante Argirio), reencuentro que está plagado de equívocos que acarrean desgracia tras desgracia a la joven pareja y su entorno, hasta desembocar en un trágico final teñido de heroísmo y amor.
La presente versión logra hacernos llegar toda la carga de belleza musical que imprimió Rossini a la partitura, su música tiñe cada acto de los personajes de sublime nobleza y melancólico sentimiento. «Tancredi» es una obra de una sonoridad pura y cristalina, una pieza en la que siempre flota en el aire un sentimiento de sublimación de la desgracia con un fuerte acento en la heroicidad del protagonista y que se traspasa a todos los personajes.
En esto resulta clave el gran nivel de un elenco que sortea sin problemas todas las dificultades técnicas y expresivas de la pieza.
El tenor Chino Yijie Shi (Argirio), hace gala de una enorme expertíz técnica al abordar un rol complejo y demandante en lo musical, su timbre sonoro y brillante llena la sala y da cuenta de una gran experiencia en las lides belcantistas, de registro amplio, se pasea con comodidad y seguridad por toda la extensión del rol y marca la pauta de lo que es la velada en cuanto a estilo.
No se queda a la saga la mezzo italiana Marianna Pizzolato (Tancredi, rol masculino asumido por una mezzo como resultado de la costumbre de la época de entregar a voces femeninas roles masculinos interpretados, en épocas del barroco sobretodo, por castratis), lo suyo puede catalogarse bien de una «clase de canto», notable entrega en cuanto a las cualidades dramáticas del personaje (en permanente estado de zozobra) y una performance musical que da cuenta de toda la carga de nobleza, heroísmo y belleza que contiene el rol.
Lo mismo la soprano bielorusa Nadine Koutcher (Amenaide), que junto a Pizzolato, hace gala de una agilidad y manejo de la coloratura a un nivel superior. Suma a esto una buena capacidad expresiva, en alas de una voz de bella y pura emisión en un rol imbuido de carga trágica.
Completan el cuadro de excelencia Pavel Chervinsky como el duro y déspota Orbazzano (pretendiente de Amenaide), Florencia Machado como una abnegada Isaura (al servicio de Amenaide y Argirio) y Yaritza Véliz (Roggiero), fiel acompañante de Tancredi y que brilla de igual a igual junto a un elenco de consagrados cantantes.
Punto alto de la velada la entrega de la Orquesta Filarmónica de Santiago a cargo del maestro Jam Latham-Koenig, una dirección que permite apreciar en detalle una refinada y expresiva partitura.
La dirección de escena de Emilio Sagi, ambientada en periodo neoclásico, es un marco teatral que hace fluir con comodidad una planta de movimiento económica que permite a los cantantes desenvolverse con comodidad y soltura.
Acompañan a tono la propuesta una muy buena iluminación de Eduardo Bravo y el vestuario de Pepa Ojanguren.
Por su parte el elenco estelar está encabezado por la mezzo Evelyn Rámirez, en el rol de Tancredi, a la que se suma un destacado grupo de interpretes como Patricia Cifuentes (Amenaide), Homero Perez-Miranda (Orbazzano), María Jose Uribarri (Isaura), Marcela González (Roggiero) y Antón Rositskiy como Argirio.
«Tancredi» de G. Rossini. 23, 26, 27, 28, 29 y 30 de julio en el Teatro Municipal de Santiago.
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