por José Luis Arredondo
Las cosas pintan bastante mal para Esteban, joven profesional en la treintena. Su trabajo pende de un hilo y su pareja, Isabel, partió rumbo al Norte sin previo aviso ni explicación. El abandono sume al joven en un estado que tiene tintes de depresión y ansiedad, por lo que después de fatigarse mirando el techo de su departamento y de oír los consejos de sus amigos, decide tomar el toro por las astas y partir en busca de su amada. No tiene claro el camino; sólo sabe -por unos vídeos que la joven sube a internet- que ella está, o estaba, en Los Vilos, y hacia allá dirige sus pasos, desoyendo los consejos que le sugieren olvidarse de la dama en cuestión.
Así se inicia el viaje de Esteban, periplo que lo lleva, cual detective amateur, a internarse en el norte chileno. Tras los pasos de su amor fugado, el protagonista de ‘Sin norte’ se adentra en una geografía física y humana que, a cada kilómetro, adquiere más características de viaje interior. Esteban busca a Isabel pero también, sin darse cuenta, se busca a sí mismo. El viaje lo hace enfrentarse con su personalidad y, de paso, descubrir un territorio desconocido, que se revela ante el como una metáfora de su soledad y abandono.
«Sin Norte» (2015) es el segundo largometraje del realizador nacional Fernando Lavanderos, tras la premiada ‘Las cosas como son’ (2012), y se presenta como una road movie en la que el viaje del protagonista posee un fuerte tinte documental. Al seguir las pistas que lo hagan dar con su amada, Esteban interactúa con una serie de personajes que parecen emerger del paisaje nortino mismo, como un cactus o una piedra. Son un grupo de seres con mucho de realismo mágico que viven en los márgenes del sistema: una dueña de pensión que lleva una vida congelada en el tiempo, una esquizofrénica que vive a orillas de la carretera junto a un grupo de perros y en total soledad, un hombre que se automarginó de su familia para vivir como ermitaño a orillas del mar, una mujer que planta cactus, un adulto mayor con supuestos poderes extrasensoriales y un travesti que, temeroso de que el joven sea policía, se niega a entregarle información.
En el intertanto, la película nos evidencia un territorio abandonado por el poder político, un paisaje donde la pobreza se suma a lo agreste y desolado, una parte de la nación que, mediante la minería, inyecta enormes recursos a la economía, pero que recibe poco y nada de vuelta.
Mientras Esteban le pisa los talones a su fugada pareja, nosotros nos sumergimos en su conflicto de soledad, desamparo e incertidumbre como si éste fuera una metáfora de ese paisaje desolado y abandonado. La película fluye muy bien en su mixtura de ficción y documental (en este último aspecto la fotografía y el trabajo de la cámara juegan un rol clarísimo), instala bien el tema de la búsqueda exterior e interior y da buena cuenta de una realidad geopolítica, que desde el centro del país se ve lejana pero que está a la vuelta de la esquina.
Ya en sus anteriores trabajos (‘Y las vacas vuelan’, ‘Las cosas como son’), Lavanderos había dejado en evidencia su buen pulso para las historias mínimas en las que un lugar común, una frase o un silencio resultan mucho más elocuentes que un discurso o una explicación elaborada. Aquí son el paisaje y la búsqueda del protagonista los que hablan y estructuran el relato, y, en ese sentido «Sin Norte» sigue muy bien el rumbo de las preocupaciones y estética de Lavanderos, un joven director que con sólo tres cintas a su haber ya ha perfilado un claro estilo que lo distingue, una voz propia, y eso es, a mi parecer, más que bastante en el panorama actual del cine chileno.
«Sin Norte», de Fernando Lavanderos (Chile, 2015). Protagonistas: Koke Santa Ana (Esteban) y Geraldine Neary (Isabel). Guión de F. Lavanderos, Elisa Eliash y Ernesto Ayala. Estrenada en Santiago en enero de 2016, el marco del 40 Festival de Cine UC.
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