Por José Luis Arredondo
A teatro lleno y con un programa que, bajo el título de «Noche Italiana», reunió parte del más granado repertorio operático de ese país, la Orquesta Sinfónica de Chile festejó a lo grande su aniversario número 75.
La velada realizada en el Teatro de la Universidad de Chile, en la Plaza Italia de Santiago, se inició con la obertura de la ópera «La Fuerza del Destino», de Verdi, pieza de gran dramatismo y lirismo que dio la pauta de que la orquesta (bajo la conducción del joven director español-estadounidense François López -Ferrer) estaba lista para enfrentarse con éxito a lo mejor de la ópera italiana.
Y así fue. En este magnífico viaje musical que nos llevó por fragmentos de óperas de Verdi (La Fuerza del Destino, El Trovador, La Traviata, Las Visperas Sicilianas, Otello, Aida y Nabucco), Puccini (La Boheme, Madama Butterfly y Tosca), Mascagni (Cavalleria Rusticana) y Leoncavallo (I Pagliacci).
Punto medular en la calidad del programa fue la participación de los cantantes chilenos Paulina González (soprano) y José Azócar (tenor), ambos a cargo de arias y dúos emblemáticos de este repertorio.
La performance de Paulina González dejó en claro, una vez más, que es hoy una de las voces más sobresalientes de la lírica chilena. La soprano abordó con total seguridad arias de muy difícil ejecución. como «Tacea la notte placida» (El Trovador), donde hizo gala de un gran dominio de la cuerda lírica y la agilidad que requiere la caballetta. Emocionante resultó su sentida e impecable interpretación del aria «Si, mi chiamano Mimi», de la bellísima «La Boheme» de Puccini. Lo mismo sucedió en el dúo «Qual occhio al mondo», donde demostró (junto a Azócar), estar lista para ser una magnífica Tosca (Puccini).
Por su parte, el tenor José Azócar acometió, con todo el oficio y seguridad que da su trayectoria, arias emblemáticas como «E lucevan le stelle» (Tosca), «Vesti la Giubba» (I Pagliacci) y «Celeste Aida» (Verdi).
Destacable el fiato y la fuerza expresiva del Coro Sinfónico, dirigido por Juan Pablo Villarroel, que hizo vibrar al público con el «Va pensiero» del Nabucco verdiano y el lacerante y estremecedor «Inneggiamo» (de Cavalleria Rusticana, de Mascagni) junto a la voz solista de Paulina, y la exultante «Gloria al Egitto» , de Aida, de Verdi.
Brilló con luz propia la Orquesta Sinfónica, que no está habituada a interpretar repertorio operístico, y que sorteó con enorme calidad sonora los numerosos desafíos del programa. Mérito sin duda de los músicos, y sobre todo de la gran expertiz que demostró el director López – Ferrer al imprimir profundo lirismo, fuerza y expresividad a cada número.
Fue este un cumpleaños a todo dar, como se merecía ésta, la agrupación musical más antigua y prestigiosa del país. Ojalá que este programa augure nuevas presentaciones en el campo lírico. Una jornada que deparó calidad por todos lados -orquesta, coro y solistas- que el público supo premiar con cerrada y prolongada ovación.
Si te gusta este contenido, déjanos un comentario