Por José Luis Arredondo
@arredondo3
Hasta hace algunos años, era notoria la diferencia en calidad artística que podía apreciarse en el Teatro Municipal entre los elencos formados por cantantes internacionales y el llamado elenco nacional denominado «Estelar», compuesto mayormente por solistas chilenos.
Esta diferencia hoy en día practicamente ha desaparecido, y no se trata que la calidad de los cantantes internacionales que nos visitan haya disminuido. Por el contrario, los artístas nacionales han logrado una evolución que hoy los equipara, gracias al roce internacional de muchos de ellos y ellas; por el hecho de que están siendo convocados por teatros de otras latitudes cada vez con más frecuencia, y también por un proceso de evolución, aprendizaje y experiencia que los aproximado, al menos en lo puramente artístico, a sus pares.
De lo anterior da plena fe como ejemplo el ‘Otello’, de Verdi, que acabamos de ver en nuestro principal, y por ahora único teatro de ópera.
El Elenco Estelar de esta producción demostró estar a la altura de los mejores con una performance de altisima calidad, partiendo por el brillante desempeño de la joven soprano chilena Paulina González, quien, en una actuación consagratoria, cantó una Desdémona de primera linea.
A su joven pero desarrollada voz, Paulina González suma un técnica depurada y muy asimilada, de timbre claro y expresivo, con la que acometió con seguridad total cada una de las numerosas exigencias del rol. Paulina posee un natural sentido dramático en el fraseo y, como Desdémona, supo dar el perfil completo del rol con soltura y aplomo. Muy destacables fueron sus intervenciones en el dúo final del primer acto, ‘Gia nella notte densa’ y en su ‘Canción del sauce’ y posterior ‘Ave María’ en el cuarto y último acto, deslumbró con agudos brillantes, control vocal y unos pianissimos que emocionaron a la audiencia quien la premió, con un cálido y prolongado aplauso.
El Yago del barítono argentino Fabián Veloz es simplemente de antología. Veloz tiene un conocimiento del rol que lo hace dueño de cada escena, maneja sus tempos a la perfección y construye un personaje siniestro por su pasmosa humanidad y credibilidad teatral, alejado de todo cliché en un rol en el que caer en la figura del «malo» es muy común (cosa habitual en muchos roles para barítono, como Scarpia por ejemplo). El cantante trasandino posee un timbre oscuro pero de muy buen esmalte y una voz de portentosa resonancia que logra brillar, con gran volumen y un fraseo y dicción sin mella. Es de esperar que tengamos a Veloz con más frecuencia por estos lados.
El Otello del tenor José Azócar lucha para estar a la altura de sus compañeros y casi lo consigue, salvo porque carga demasiado las tintas al aspecto trágico y guerrero del rol, dejando en segundo plano al ser humano sufriente y tierno que también lleva dentro el Moro Shakespereano. Azócar luce al límite de su posibilidades en un rol de brutales exigencias vocales y actorales, por lo matiza poco y esto reduce sus posibilidades expresivas. Aún así, y sin convencer en lo actoral, logra sacar adelante el rol por su talento y experiencia pero lo hemos visto mejor en actuaciones anteriores en el Municipal.
La conducción orquestal de José Luis Dominguez no tuvo nada que envidiar a la del maestro Antonello Allemandi (que condujo al elenco internacional). Dominguez logró expresividad dramática en los vientos y percusión, lo que hizo lucir a esta partitura toda la cualidad wagneriana que contiene.
En resumen, el ‘Otello’ tuvo un elenco nacional empoderado y pleno de notoriedad que lo pone a la par, y en algunos casos por encima, de cantantes extranjeros de gran calidad y experiencia.
Que mal cuando un comentario o critica sólo se limita a los roles principales y se deja de lado a los demás; como el rol de Cassio que también es importante.