por José Luis Arredondo
Espectacular es el mejor calificativo para dar cuenta del recital que ofreció el tenor (hoy barítono) Plácido Domingo el pasado lunes 7 de julio en el Movistar Arena de Santiago.
Acompañado en esta oportunidad la reconocida soprano nacional Verónica Villarroel, Domingo fue el eje de un espectáculo que, en rigor, no podemos tildar de recital lírico sino más bien de un show artístico de primerísimo nivel.
Durante más de dos horas y media, Plácido y Verónica condujeron a los 12 mil asistentes por un variado programa que incluyó desde arias y dúos de ópera como ‘Andrea Chenier’ (Giordano), ‘Macbeth’ y ‘El Trovador’ (Verdi), hasta una selección de conocidas rancheras, pasando por una excelente revisión del repertorio de zarzuelas y música popular, sobre todo española. A este repertorio diverso, Domingo supo darle un carácter temático al espectáculo y encendió a una audiencia que lo aplaudió de pie e hizo volver a escena en varias oportunidades.
Hace años que Placido Domingo incursiona en roles de baritono, principalmente Verdianos. Esto es posible gracias a que, con los años, su timbre vocal se oscureció sin perder calidad. Se entiende que no es un barítono quimicamente puro; sin embargo, su experiencia y talento interpretativo lo han hecho asumir esta nueva etapa con mucha propiedad y solvencia.
El caso de Verónica Villarroel es distinto. La soprano chilena, muy querida por el público, ya lleva algún tiempo parcialmente retirada de los escenarios y dedicada principalmente a la docencia en su academia. Por lo tanto, su training vocal no es el mismo que cuando cantaba con regularidad y esto se nota en sus incursiones operáticas. En éstas, su voz luce un tanto gastada y se nota el esfuerzo para alcanzar las notas agudas. Donde Verónica mantiene intacto su talento y carisma es en la zarzuela y el repertorio popular, y fue, justamente, en estos punto brilló en la velada del lunes.
Tras una primera parte del show dedicada a la ópera, la noche deparaba tres sorpresas de primer nivel.
La primera tuvo lugar cuando Domingo tomó la batuta para dirigir, con precisión y energía, la obertura de la zarzuela
La segunda fue la aparición de la joven soprano rusa Julia Novikova, quien se encuentra en Chile cantando el rol titular de la ópera ‘Lakmé’ en el Teatro Municipal de Santiago. Novikova, a quien Domingo presentó como su nieta artística, deleitó a la audiencia ‘operera’ con una magnifica interpretación del aria ‘Je veux vivre’ de ‘Romeo y Julieta’, de Charles Gounod. Resultó una entrega brillante, que evidencia el muy buen dominio del repertorio francés que posee esta promisoria intérprete.
La tercera sorpresa fue la entrada de un excelente conjunto de mariachis que, junto a Domingo vestido de charro, cerraron esta velada memorable con tres rancheras que fueron vitoreadas por la multitud.
A los 73 años de edad, Placido Domingo demostró una vez más que posee la solvencia para sobrellevar un espectáculo extenso en el que la emoción e intensidad no decaen. Todo «problema» técnico-vocal que pueda surgir por el esfuerzo, a su edad, lo suple con un talento dramático interpretativo a toda prueba, junto a un ángel que cautiva al público y que lo hace merecedor de todos los aplausos recibidos.
‘Plácido Domingo en Chile’ fue un gran espectáculo que quizás, atendiendo a la edad de esta leyenda de la lìrica, no se vuelva a ver por estos lados, pero que será recordado largo tiempo por todos los que ahí estuvimos y por los miles que, pese a cierta dificultad técnica inicial, siguieron la transmisión en directo via streaming.
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