‘El Tío’: aproximación valiosa a un personaje controvertido

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Por Jose Luis Arredondo A.

Jaime Guzmán Errázuriz (1946-1991) es una de las figuras más controvertidos y gravitantes de nuestra historia reciente, y uno de los personajes políticos que más sentimientos encontrados despierta en nuestra sociedad.

Polemista brillante, consumado anticomunista, destacado académico y la figura más relevante de la derecha chilena después de Jorge Alessandri Rodríguez, Guzmán personifica la fuerza opositora a Salvador Allende e instigadora del golpe de estado, que más rechazo provoca en la izquierda y más devoción en la derecha chilenas. Fue un personaje que supo moverse entre las sombras de la dictadura sin nunca pasar a un primer plano muy visible, pero que supo dar sustento político y base ideológica al gobierno de Pinochet y sentó las bases de la constitución que nos rige desde 1980.

Su vida privada y hábitos cotidianos han permanecido casi en total silencio hasta estos días, que llega a los cines nacionales la película «El tío», producida y protagonizada por Ignacio Santa Cruz (hijo de la periodista Rosario Guzmán Errázuriz, hermana de Jaime Guzmán) y dirigida por Mateo Iribarren. Santa Cruz e Iribarren crean este filme sumamente personal a partir de la obra de teatro homónima escrita por el primero y estrenada hace un par de años en Santiago.

La trama recoge el «proceso» de gestación y concreción de la obra teatral, y así vemos a Santa Cruz encargando su escritura a Iribarren y a este, junto a él, reclutar el elenco que la llevará a cabo. Durante este proceso se producen hechos que marchan en «paralelo», Santa Cruz va internándose paulatinamente en la piel del protagonista (Guzmán) a la vez que da cuenta de cómo lo influye y afecta en lo personal este proyecto.

A su vez, los actores asumen, a modo de coro y marco referencial, cada cual su rol (la madre de Guzmán, su padre, Manuel Contreras, Augusto Pinochet, una mujer torturada y otros), en un proceso de reclutamiento artístico que no resulta fácil. La figura del ‘Tío’ despierta anticuerpos y el solo hecho de que Santa Cruz invite a sus colegas a participar en un proyecto así provoca el espontáneo rechazo de muchos. Finalmente, con el elenco armado, se da inicio a los ensayos que desembocan en el estreno de la obra teatral.

El camino de Iribarren, al escribir el guión, presenta una mixtura de ‘realidad’ y ficción (expresada en color y blanco y negro) y el filme retrata el proceso de montaje de la pieza de teatro, que a su vez es una indagación ficcionada sobre el perfil más profundo y humano de Guzmán. Al mismo tiempo, esta ‘puesta en abismo’ sirve para que los realizadores realicen un repaso a la historia politica chilena de los ’70 en adelante y dar un testimonio de cómo esa historia, de la que Guzmán es artifice en muchos aspectos, nos ha marcado a todos de muchas formas.

Tema central de la cinta es la sexualidad de Jaime Guzmán, un tema intocable para la derecha chilena. Aquí Ignacio Santa Cruz expone, como testigo privilegiado al ser familiar directo, su tesis de un tío homosexual reprimido, no asumido y refugiado en una religiosidad obsesiva y en una ideología llevada al limite de un, casi literal, apostolado.

La cámara en constante movimiento (la mayor parte del tiempo «al hombro») confiere al filme una textura documental que refuerza la idea de que lo que estamos viendo contiene una fuerte carga de verdad y realidad. La figura de Guzmán aflora desde la caracterización impecable de Ignacio Santa Cruz, como la de un ser intelectualmente brillante pero con un gran «al debe» en lo humano, rodeado de dos de los personajes más siniestros de la dictadura como lo fueron Augusto Pinochet y Manuel Contreras; un Guzmán ahogado por una homosexualidad no asumida y una beatería casi histérica, un ser humano que es capaz de encontrar el argumento preciso o la idea mas lúcida para justificar los horrores vividos desde el golpe hasta el retorno a la democracia.

La película fluye, su progresión dramática avanza, la relación del personaje con el entorno es clara y precisa (madre presente, padre ausente, actores, etc.), cada escena aporta a la idea y al discurso central y el montaje logra que vayamos atando cabos y uniendo pieza por pieza este «rompecabezas» en el que al final vemos «armado» un Jaime Guzmán para muchos desconocido hasta hoy.

Una de las mejores formas de enfrentar un personaje historico es ficcionando sobre él, incorporando la subjetividad, y Santa Cruz e Iribarren logran así un trabajo valioso en lo filmico. Los actores, que funcionan como un elemento de distanciamiento casi brechtiano, ocupan sus nombres reales, y resultan creíbles y entregados al proyecto. La puesta en escena, en tanto, se advierte cuidada lo mismo que los aspectos técnicos, como iluminación, fotografía, vestuario y maquillaje.

‘El Tío’ es un trabajo cinematográfico valiente, que aporta nuevos perfiles al actual desarrollo del cine chileno.

‘El Tío’, de Ignacio Santa Cruz y Mateo Iribarren. Con Ignacio Santa Cruz, Mateo Iribarren, Aníbal Reyna, Andrea Freund, Patricia Velasco, Cesar Caillet, Pedro Vicuña y elenco. Fotografía : Gabriel del Carril. Montaje: Danielle Fillios. Dirección de Arte: Bernardita Baeza.

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