‘El Trovador’: trágicos destinos con grandes voces

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Por José Luis Arredondo A.

Enmarcada dentro de la conmemoración del bicentenario del nacimiento de Giuseppe Verdi (1813-1901) el Teatro Municipal de Santiago programó, como quinto titulo de su temporada de ópera, ‘El trovador’, una de sus más conocidas piezas líricas y que forma parte de la llamada trilogía popular (que se completa con «La Traviata» y «Rigoletto»).
Basada en la obra teatral del español Antonio García Gutiérrez (1813-1884), ‘El trovador’ cuenta con libreto de Salvatore Cammarano (concluido a la muerte de éste por Leone Emanuele Bardare) y fue estrenada en enero de 1853 en Roma.
A punto de cumplir los 40 años de edad, Verdi ha dejado atrás, aunque todavía no del todo, la idea de la ópera como una mera sucesión de arias, y desarrolla una estructura dramática fuertemente apoyada en los personajes centrales, de caracteres muy dramáticos. En este caso, todo gira en torno a los cuatro personajes principales, que juntos actúan como fuerzas que empujan la trama hacia el desenlace fatal.
Obra de tonelaje mayor en cuanto al sino trágico, ‘El trovador’ muestra en escena cuatro existencias unidas (más allá de su voluntad) por un destino fatal que parece cernirse sobre ellos sin que puedan hacer nada por evitarlo, arrastradas por fuerzas que escapan de su control ya que no las conocen y que los han predestinado a la muerte violenta desde la misma niñez.
Todo lo anterior resulta fundamental tenerlo claro como concepto frente a una puesta en escena de esta ópera, y la actual versión que presenta el Teatro Municipal da cuenta cabal de ello.
Lo primero que destaca es el alto y homogéneo nivel del elenco; no suele ser habitual que en una misma producción se den cita cuatro cantantes que, en este caso, encarnan de gran forma a los protagonistas.
El tenor ruso Mikhail Gubsky entrega un Manrico heroico y atrevido, que si bien no está dotado de grandes habilidades actorales se impone por voz y actitud. La soprano estadounidense Juliana di Giacomo es una Leonora de alto nivel internacional, y cumple con todos los requisitos de una soprano verdiana. Posee buenos centros, graves robustos y los necesarios agudos que exige esta difícil partitura para el personaje, a lo que suma una buena y dominada coloratura para abordar las cabalettas sin problemas. Di Giacomo es, sin duda, una Leonora de marca mayor.
No le va a la saga la mezzo rusa Elena Manistina en el rol de Azucena. De voz potente y sólido registro, ella domina la escena con propiedad y pinta una gitana de gran fortaleza, que sabe expresar la sed de venganza y el tormentoso dolor del personaje. El barítono ucraniano Vitaly Bilyy completa este cuarteto de solistas con un Conde De Luna apasionado, perverso y oscuro, que da cuenta de gran forma lo que debe ser la contraparte cabal al personaje de El Trovador. En este nivel, es justo mencionar el gran trabajo del bajo alemán Andreas Bauer como un excelente Ferrando, personaje al servicio de las intrigas y tramas del Conde de Luna.

La puesta en escena del argentino Pablo Maritano se mueve por aguas seguras y conocidas (lo que no es siempre una virtud) y entrega una puesta tradicional que abusa de un dispositivo escénico, que por sus dimensiones y cantidad, ahoga y achica el espacio. Esta escenografía, que puede leerse como metáfora del «encierro» existencial de los personajes, le resta dinámica a la acción ya que obliga a varios y lentos cambios de escena que dilatan la acción y desinflan un poco la creciente tensión con que transcurre la obra.

La orquesta Filarmónica de Santiago, a cargo de su director titular, el ruso Konstantin Chudovsky, cumple de excelente forma su cometido. La conducción de Chudovsky se la juega por una lectura que pone el acento en la fuerza y el desgarro de esta ópera y sabe acompañar de muy buena manera al elenco de cantantes.

Tenemos así un ‘Trovador’ con saldo positivo, sobre todo por lo estrictamente musical, en este homenaje verdiano que estará en cartelera hasta el 1 de octubre en el Teatro Municipal.

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