Por qué tengo twitter?

Por Carlos Otondo

Me acuerdo el año, 1999. Yo estaba haciendo un dos por uno acá en Curicó cuando un amigo me dice que me compre un celular. Con la plata de mi cumpleaños, fui a una tienda y me compré el Nokia de la culebrita. Me sentía genial, un adulto, siempre conectado. Lo llevaba a todos lados. A los dos días tuve mi primera llamada. Era mi mamá, que me encargaba que pasara al banco a buscar papeletas de depósito.

Ese semestre mi celular se convirtió en eso, una máquina a través de la cual mi mamá me pedía cosas. Y yo que, en eso, me había gastado la plata del cumpleaños. Pasó el tiempo y mis amigos empezaron a usar celular también. Así fue como lo empecé a sentir útil y entretenido. Hoy me pasa exactamente lo mismo con Twitter.

La mayoría de la gente sigue un mismo patrón, no necesita conocerse, parece casi instintivo. Se crea una cuenta de Twitter porque alguien les dijo que era necesario. Entra y se siente hablando solos, no siguen a nadie y nadie los sigue. Pero se aventura y escribe una de estas tres posibilidades: a) “no cacho nada” b) “probando twitter” c) “hola”. Acá estamos hablando del momento en que mi teléfono era el aparato que mi mamá usaba como control remoto. Luego le pregunta al amigo a quien seguir. A ese paso llega la mitad. Sigue a rostros de tele y medios locales de comunicación. Y sigue hablando solo. Con paciencia se dio cuenta que alguien lo sigue. Con nervios, sabiendo que lo están leyendo, escribe una opinión. Y así hasta que luego está compartiendo con gente totalmente extraña pero más inteligente que los amigos normales.

Ahora es el momento en que solo un amigo tiene mi número, y me manda mensajes con chistes horribles. (Junio – Agosto 2000). Y mi mamá me sigue pidiendo cosas. Entonces viene el momento, y acá llega el 10 por ciento, en que Twitter se convierte en una herramienta para trabajar, informarse y debatir. Por último también sirve para bloggueros frustrados, gente que le gusta compartir sus cosas o egocéntricos empedernidos. EJn otras palabras, mi celular hoy día, que dejó de ser un beeper de chistes horribles, y se convirtió en el aparato con el cual estoy. Y Twitter se adelantó y en poco más de un año cumplió la misma meta.

Al momento hay un grupo de personas que siguen la cuenta @carlosotondo y más de seis  que me llaman permanentemente para hablar. Gracias a Twitter tengo un grupo de gente que me escucha, me lee, me critica y me ve. Quizás eso falta. Que la gente se deje de guiar por los manuales que tanto le faltan. Al que busque un público, que se haga una cuenta en Twitter. Y al que quiere amigos, que no los busque con un celular, que se puede convertir, y normalmente lo hace, en un arma de doble filo. Pregúntentele a mi mamá.

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